Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de mayo de 2025
Las chicas por el estilo de Rita siempre encuentran su media naranja en un forastero. Hacía un mes que don Manuel Pardo se preguntaba a sí mismo: «¿Cuándo se determinará el rapaz a pedirme a Rita?». Que se la pediría, no lo dudó un momento. La situación del marqués en aquella casa era tácitamente la del novio aceptado.
Lautrec no hubiera venido a pedirme de almorzar esta mañana si hubiera estado yo sola dijo en tono melancólico.
Mamá dirá, si no se niega, que conviene que antes nos tratemos; que pedirme en seguidita, de sopetón, es puñalada de pícaro... Adulador. ¿Con que mis ojos son los pícaros que dan las puñaladas? ¿Con que usted es el herido? Pues yo declaro que el pícaro es usted.
«Cuando la acostaban, tocaba yo en el salón una melodía de Schubert. Ya estaba a punto de terminarla, cuando la señora Braun vino de su parte, a pedirme que siguiese. Por primera vez volvía Magdalena a oír música desde la terrible noche en que la música pudo costarle la vida. Accedí a su ruego, y cuando al terminar entré en su cuarto, la encontré sumida en una especie de arrobamiento. » ¡Oh!
No volveré a molestarle: no tendrá usted que pedirme más compasión. Lo que me toque hacer, lo haré por mí mismo. Y, precipitadamente, salió del hotel. Cuando llegó a la calle comenzaba a anochecer. A media tarde llegaron los primeros grupos de trabajadores al inmenso llano de Caulina. Presentábanse como negras bandadas, saliendo de todos los puntos del horizonte.
Tuvo que sentarse otra vez en el sillón, y la baronesa le hizo beber agua azucarada. Tomé silenciosamente mi sombrero. Entonces mi mirada cayó sobre Yolanda. Blanca como la tiza, con las manos juntas, estaba allí, de pie, abochornada y desesperada; parecía pedirme perdón, y, al mismo tiempo, implorar mi apoyo.
Al espanto de aquella noche, recién llegado yo a Tablanca, habían sucedido otros dos por el estilo; pero como huía de mí en cuanto me acercaba a ella con propósitos de interrogarla sobre tan extraño particular, después de pedirme con las manos juntas y por el amor de Dios que no le dijera a mi tío una palabra de lo que estaba notando, limitábame, por complacerla, a observarla desde lejos y a no perderla de vista mientras me fuera posible. ¿Qué diablos podía haber allí? ¿Eran fantasmas, alucinaciones histéricas de la pobre mujer tan castigada por la desgracia a lo mejor de su vida, o estaba bajo el peso insoportable de alguna nueva desdicha?
Pues mira, aunque mis sudorcillos me había costado, por bien perdido le doy. ¡Eso es ser rumboso!... ¿Y no tienes que pedirme algún otro favor por el estilo? Mujer respondió Bermúdez después de dudar unos instantes y rascándose un poco la cabeza con un dedo , tanto como favor, no diré; pero otro ratito de plática amistosa, nada más que amistosa, del corte de la presente, puede que sí.
Te embriagaste allí con la presencia de la que era para ti el universo, y excitado por los celos, animado por la resistencia que tú mismo te oponías, iluminado por algún acontecimiento fortuito que tal vez en el momento en que ni siquiera lo sospechabas, ha alumbrado tus propios sentimientos, has leído con espanto en tu propio corazón, y convencido de que si continuabas luchando sucumbirías en la lucha, has tomado un partido extremo, una resolución desesperada; has venido, en fin, a pedirme la mano de Antoñita para Raúl.
Palabra del Dia
Otros Mirando