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Actualizado: 8 de noviembre de 2025
Preguntóme luego con no ménos amor, si sabia porque estaba allí. Respondí al varon santo, que sin duda por mis pecados. Eso es, hijo mió: ¿pero por qué pecados? habladme sin rezelo. Por mas que me mataba, no atinaba, hasta que la caridad del piadoso inquisidor me dió alguna luz.
¿Quién puede estar aquí, o quién se ha de quejar -respondieron-, sino el asendereado de Sancho Panza, gobernador, por sus pecados y por su mala andanza, de la ínsula Barataria, escudero que fue del famoso caballero don Quijote de la Mancha?
15 Porque has de ser testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído. 16 Ahora pues, ¿por qué te detienes? Levántate, y bautízate, y lava tus pecados, invocando su Nombre. 17 Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el Templo, fui arrebatado fuera de mí.
La baronesa viuda de Platavieja le cortó la frase, entrando en la sala seguida de sus seis hijas, amables retoños que en unión de la madre formaban en cantidad y calidad la suma de los pecados capitales, nombre por el cual se las conocía en la corte... Madre e hijas venían también presurosas e indignadas a protestar delante de la pobre Curra, y la señora baronesa aseguro coram populo que lo que había hecho la Villasis aquella noche era ni más ni menos que un timo...
Cómo nos lo han cambiado, Luis. ¿Querrás creer que un día en el escritorio, al volver de Loyola, me contó con el mayor entusiasmo que había hecho una confesión general, un recuento de todos los pecados de su existencia y me afirmaba que después de esto se sentía con mayor salud, como si fuese otro mundo? No he presenciado caída como esta.
El padre Anselmo jamás había leído este libro y no había caído ni podía caer en que sentía inclinación tan dulce; pero sin tener conciencia de ello reverenciaba a doña Inés como si fuera ángel o santa. Estaba ciego para todos los defectos y pecados de ella, y no veía o no creía ver en ella sino virtudes: la prudencia, la caridad, el recogimiento y la piedad religiosa.
Vos tendríais por esforzado campeón al que en un solo día venciese á siete poderosos rivales. Pues ¿qué me decís del justo que ataque, venza y subyugue á esos otros siete y más poderosos enemigos del alma, los pecados capitales, con algunos de los cuales ha de durar su lucha años enteros?
18 para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, remisión de pecados y herencia entre los santificados.
La verdad era que sentía la libertad de Julî: Julî rezaba y ayunaba por ella y si se hubiera quedado más tiempo habría hecho tambien penitencia. ¿Por qué, si los curas rezan por nosotros y Cristo muere por nuestros pecados, Julî no iba á hacer lo mismo por hermana Penchang?
Y hablaba a continuación de «la Papisa Juana», tremenda señora que Pablo Valls había visto siempre de lejos, por ser para ella la personificación de todas las impiedades revolucionarias y todos los pecados de su raza. «Por este lado no tengas esperanza.» La tía de Febrer sólo se acordaba de él para lamentarse de su mal fin y alabar la justicia del Señor, que castiga a los que caminan por malos senderos y se apartan de las santas tradiciones de la familia.
Palabra del Dia
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