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Actualizado: 8 de noviembre de 2025


El vicario se encogió de hombros y miró a Pepita con cierto susto, porque nada sabía, y le llamaba la atención la vehemencia con que ella se expresaba. Pepita prosiguió: Padre mío, yo no debí llamar a Vd., sino ir a la iglesia y hablar con Vd. en el confesonario, y allí confesar mis pecados.

-Las misericordias -respondió don Quijote-, sobrina, son las que en este instante ha usado Dios conmigo, a quien, como dije, no las impiden mis pecados. Yo tengo juicio ya, libre y claro, sin las sombras caliginosas de la ignorancia, que sobre él me pusieron mi amarga y continua leyenda de los detestables libros de las caballerías.

Nota también ella y nota con dolor, casi con ira, en los pequeños detalles de la vida común, ligeros solecismos de buen gusto, pecados veniales de ignorancia, faltas de menor cuantía contra ciertos principios, que denuncian en el pobre grande hombre las explicables lagunas de su educación primera, y las mujeres del temple y clase de Beatriz perdonan con más facilidad un vicio, tal vez un crimen, que una incorrección.

«¿Qué he de tener, desgraciada de ? exclamó al fin bebiéndose sus lágrimas , sino que hoy, sin saber por qué ni por qué no, me veo tal y como soy; soy mala, mala, más que mala, y se me vienen al filo del pensamiento toditos los pecados que he cometido, desde el primero hasta el último...».

4 Y como no podían llegar a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. 5 Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. 6 Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,

Tenía colgado de la pared un Cristo de marfil, clavado en una cruz de ébano, y de rodillas ante él, rezó y pidió perdón de sus pecados y de las blasfemias y maldades que acababa de escribir a fin de libertarse de ellas y de no volver a pensar en ellas, si era posible.

Sostiene con toda seriedad el beneficiado y traductor que lo hace para moralizar el mundo, el cual andaba tan pervertido en su época como en aquella edad remota en que Dios envió el diluvio universal para castigarle. Pero la divina justicia, según lo entiende el beneficiado, no gusta de repetir, sino de variar y de inventar nuevos castigos cuando hay pecados nuevos.

Pero yo no engañar, yo no mentir.... ¡Cuántos pecados! ¡Mi alma está negra de ellos!.... La religión es seca como una vieja ... ¡Como las canillas de una vieja! ... Tiene cara de beata y cuerpo de galga ... Como el hombre necesita muchas mujeres y le dan una sola, tiene que buscarlas fuera.

Pero, don Elías de mis pecados, ¿qué quiere usted que haga yo con cinco onzas...? ¿Qué le pareció aquel sargentón que habló anoche?

También para estas tempestades hay conjuros. ¡Yo me arrastraré como penitente donde me han visto triunfar como pecadora!, ¡yo confesaré a voces mis pecados donde quiera que haya gentes honradas que me oigan!... ¿Qué más puedo hacer? Jesús no pidió tanta penitencia a la cortesana arrepentida, y había escandalizado más que yo.

Palabra del Dia

vengado

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