Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de noviembre de 2025
Y una voz interior severa y algo pedantesca gritaba después de todo aquello: «Pero entendámonos, aunque don Carlos tuviera razón, aunque Dios sea más grande, más bueno que todo lo que pudieran decir y pensar los libros de los hombres, no por eso perdona los pecados de que la conciencia acusa a todos. Don Álvaro estará prohibido, sea Dios como sea. El mal es el mal de todas suertes.
El pecador cae en tierra sin sentido, y cuando se recobra de su aturdimiento, no es ya el mismo que antes; arroja lejos de sí caftán y turbante, cúbrese con un saco de cerda, pide á Dios con súplicas de arrepentimiento que le conceda su gracia, y sólo ansía lavar sus pecados.
Amaba entrañablemente a don Pedro, a quien, como suele decirse, había visto nacer, y además profesaba el principio de respetar la alcurnia. Bien, hombre, bien gruñó , dejémonos de murmuraciones.... Cada uno tiene sus defectos y sus pecados, y a Dios dará cuenta de ellos. No hay que meterse en vidas ajenas.
El linaje humano por medio de su incompleta y enfermiza razón llegará a conocer, cuando pasen millares de años, algunos accidentes de las cosas; pero siempre ignorará la sustancia que yo conozco, que conoce el Kan de Tartaria y que han conocido los sabios primitivos que se valieron, para sus elocubraciones, de esta lengua perfectísima e intransmisible ya por nuestros pecados.
Estando una noche en su casa examinando sus pecados y pensando en las miserias de su vida, prorrumpió en esta fervorosísima súplica á Cristo, Señor Nuestro, y á su beatísima Madre.
17 Y subió Omri de Gibetón, y con él todo Israel, y cercaron a Tirsa. 19 Por sus pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos del SE
Sólo la confianza infinita de la fe en Dios, que, impulsado por su eterno amor, se sacrificó por nosotros en la cruz, justifica á los pecadores. En este concepto, al arrepentirse los dos hermanos de sus pecados al reconocer la cruz, entran también ambos en la gracia divina.
Al principio es un gran peligro el desaliento que produce la comparación entre la propia vida y la de los santos. ¡Ay de usted si desmaya porque ve que para Teresa son pecados muchos actos que usted creía dignos de elogio!
Cosa justísima y naturalísima que usted haya resuelto eso. Siendo el destino de la una el claustro y de la otra el celibato, ¿a qué viene el consentirles conversaciones con los jóvenes? Es claro... a qué viene... No aprenderían más que cosas malas, pecados... ¡y qué pecados!
De todas suertes la mataba. Pero, aunque no la matase, ¿no sería cualquiera de estos procederes míos cien veces más vil y más odioso que todos los pecados juntos de la marquesa, suponiéndolos ciertos y comprobados? ¡Y mi padre, tan honrado y tan bueno, no lo ve así! ¿En quién estará la ceguera?... En él, en él solo, que no ha meditado el caso «en frío y con calma», como quiere que yo lo medite y como, ya lo estoy meditando... También él le meditará así, y entonces estaremos de acuerdo los dos. ¿Pues no hemos de estarlo!
Palabra del Dia
Otros Mirando