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Actualizado: 8 de junio de 2025


Acentuándose sus místicos sentimientos, imprimió el mismo año, en Valladolid, los Cuatro solilóquios... llanto y lágrimas que hizo arrodillado delante de un Crucifijo, pidiendo a Dios perdón de sus pecados, después de haber recibido el hábito de la Tercera Orden de Penitencia del seráfico Francisco; es un patético librillo de arrepentimiento que debe ser anotado como precedente de la inesperada transformación que veremos operarse en la vida de Lope antes de mucho tiempo.

Quisieron tras esto darme de pescozones pero no había dónde sin llevarse en las manos la mitad del afeite de mi negra capa, ya blanca por mis pecados. Dejáronme, y iba hecho zufaina de viejo a pura saliva.

Vestíme sobre todo lo más despacio que me fue posible, como se reconcilia al pie del suplicio el infeliz reo, que quisiera tener cien pecados más cometidos que contar para ganar tiempo: era citado á las dos, y entré en la sala á las dos y media.

Y en este caso, ¿qué hacía el pobre muchacho después de poner en horrible lucha a su corazón con sus naturales repugnancias? ¿Renunciaba a la hija, que era buena, por los pecados que había cometido su madre?

Cada uno obra como quien es, y yo quiero ser bueno en medio de mis pecados. Podía haberme separado de mis hijos, haberlos abandonado, como hacen otros por conservar su fama de santos; pero yo soy hombre, me enorgullezco de ello: un hombre con sus defectos y sus virtudes, ni una más ni una menos que la generalidad de los humanos.

Si hay un ángel que registre los dolores y los pecados de los hombres, tiene que saber cuán numerosos e intensos son los pesares que causan las ideas falsas, de que nadie es culpable. Marner se volvió a su casa. Durante un día entero permaneció sentado, solo, aturdido por la desesperación, sin sentir ningún deseo de ir a ver a Sara para tratar de hacerle creer en su inocencia.

Dejé el prólogo y comencé el primer capítulo que decía: «Atendiendo a que este género de sabandijas que llaman poetas son nuestros prójimos, y cristianos aunque malos; viendo que todo el año adoran cejas, dientes, listones y zapatillas, haciendo otros pecados más enormes, mandamos que la Semana Santa recojan a todos los poetas públicos y cantoneros, como a malas mujeres, y que los prediquen sacando Cristos para convertirlos.

El viejo Cristo de marfil que adorna las desnudas paredes de tu cuarto, aquél que obró el milagro de los peces y de los panes ácimos, que serenó el tumulto de los mares con la caricia de sus pies descalzos, y en su doctrina de piedad y amores perdonó a Magdalena sus pecados.

La buena esposa debía resignarse para tener hijos... y nada más; lo que no fuese esto eran porquerías, pecados y abominación. Estaba enterada por personas que sabían bien lo que se decían.

El trapero le detuvo. No le aconsejaba que esperase a la vieja; si habían de rezar en Bellasvistas por el perdón de todos los alegres pecados que aquella tarde se cometerían en Madrid, tenían oración cortada hasta la noche. Pero antes de que Isidro se fuese, quería enseñarle la casa, especialmente la habitación que había arreglado con motivo de su casamiento.

Palabra del Dia

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