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Actualizado: 8 de junio de 2025
No hagas locuras... Si me sueltas te perdonaré tus pecados, que son tantos que no se pueden contar; pero si te obstinas en llevarme, te condenarás. Suéltame y no temas, que yo no le diré nada a D. León ni a las monjas para que no te riñan... Mauricia, chica, ¿qué haces...? ¿Me comes, me comes...?». Y nada más... ¡Qué desvarío!
La verdad es, por más que sea muy triste verdad, que las más nobles virtudes y las más acendradas excelencias morales, no llegan a dar clara muestra de sí ni se manifiestan bien ni resplandecen, si los vicios, los pecados y las maldades no dan ocasión o causa para ello.
8 Otra vez os escribo un mandamiento nuevo, que es la verdad en él y en vosotros; porque las tinieblas son pasadas, y la verdadera luz ya alumbra. 11 Mas el que aborrece a su Hermano, está en tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe adónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos. 12 Os escribo a vosotros, hijitos, que vuestros pecados os son perdonados por su Nombre.
Por mal de sus pecados, aquella noche se había trabajado el pelo con tanta perfección, que... «¡hija, ni que fueras a un baile!» se había dicho ella a sí misma, con risa convulsiva, al mirarse en el espejo por secciones de cara, porque de una vez no se la podía mirar toda.
42 Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. 43 A éste dan testimonio todos los profetas, de que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su Nombre. 44 Estando aún hablando Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían la palabra.
Cuando me tranquilice, yo mismo, por mi misma mano, os haré una merienda que os convencerá de que sé cumplir con mi obligación. Gracias, seguid; hablábamos de vuestros pecados por el desordenado amor que tenéis al dinero. Padre fray Luis, yo creía que con el dinero se conseguía todo. Sí, en la tierra; pero no en el cielo. Ni en el cielo ni en la tierra.
Su santo sólo hablaba la lengua de Valencia, y había corrido media Europa predicando á muchedumbres de idiomas diversos, haciéndolas llorar de mística emoción y arrepentirse de sus pecados. Mientras Ferragut tuviese el mando, él se quedaba. Si no le quería de cocinero, sería marmitón, fregaría las ollas. Lo importante era seguir pisando la cubierta del buque. El capitán tuvo que acceder.
Sospechó el Padre que el demonio en forma visible hacía de las suyas con la enferma; por lo cual, procuró confesarla con mayor diligencia, mas la infeliz nunca quiso vomitar aquellos pecados feos, porque padecía tanto en el alma y en el cuerpo.
16 Oh Señor, según todas tus justicias, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y todo tu pueblo es dado en vergüenza a todos nuestros alrededores.
El doctor Ustariz, que se hallaba como invitado entre los presentes, le prodigó sus cuidados. Sin embargo, pocos minutos después le repitió el vómito. El doctor se apresuró a hacer salir del cuarto a todo el mundo, haciendo seña a monseñor Isbert para que se acercase. El sacerdote le dio la absolución de sus pecados sin oírlos, porque el pobre Gonzalito no volvió a pronunciar otra palabra.
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