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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Era una agitación semejante a la de un navío de guerra en vísperas de combate. La última cubierta se empequeñecía. Las balleneras pendientes sobre el mar eran retiradas al interior, descansando fijas en sus cuñas. Los paseantes veíanse obligados a moverse entre estas embarcaciones, que sólo dejaban accesibles estrechos pasadizos.
Y ya se presentía por ciertos indicios y hasta se olfateaba y casi se mascaba, merced al grato tufillo y a los vapores crasos que al través de pasadizos llegaban desde la cocina a la sala, que aquella noche iba a haber allí pavo en arrope, y no sólo refrescanda, sino papandina también, y de lo más delicado y costoso.
El fugitivo, cercado en el dédalo de pasadizos, tropezando con enemigos en todas las revueltas, surgió corriendo por el extremo opuesto y continuó su carrera á lo largo del muelle. La cacería duró breves instantes al desarrollarse en un terreno libre de obstáculos. «¡Un espía!...» La voz, más rápida que las piernas, saltaba á su encuentro.
¡Y había que continuar el viaje!; ¡y cuanto más se anduviera, mayor altura se ganaría, y mayores, por consiguiente, serían los rigores de la intemperie! Con estas reflexiones, se le erizaban a don Simón los pocos pelos que tenía. Cuando acabó de vestirse salió en busca de su gente; pero se extravió en un laberinto de salones y pasadizos desmantelados y sin orden ni concierto.
Pero comprenderéis que cuando os confieso esto, os lo confesaría todo. ¿Pero cómo podías bajar á los jardines? Por un pasadizo que empezaba en la recámara de la reina, y terminaba en una escalera que iba á dar en los jardines. ¡Ah! ¡también hay pasadizos en el palacio de Balsaín! Un pasadizo de servicio, que todo el mundo conoce. ¡Ah! ¡sí! ¡es verdad!
Hubo un instante en que los expedicionarios salieron de los pasadizos a plaza más despejada; era una especie de cueva circular, con tragaluz, y en su fondo bostezaban las anchas fauces del pozo Lucas, lleno de un agua soñolienta, sombría y honda. El pilluelo acercó curioso su lámpara. La guardiana le asió del brazo. Eh, amiguito, cuidado con caerse ahí.
Entró en la Universidad por la gran puerta de honor; dejó en un patio su vehículo, amenazando con los más tremendos castigos á los tres caballos-hombres enganchados á él si no eran prudentes y osaban moverse de allí. Siguiendo un dédalo de galerías y pasadizos, únicamente conocidos por los amigos íntimos de Momaren, llegó al pequeño palacio habitado por el Padre de los Maestros.
El primer acto de la fiesta ecuatorial fue el paseo de la música a las nueve de la mañana por todas las cubiertas, deslizándose luego en los pasadizos y recovecos de los camarotes. Muchos pasajeros estaban aún en la cama, y al apagarse el eco de los instrumentos, volvieron a reanudar su sueño. Se habían acostado tarde.
Asentimos de buena gana a tan cuerdo parecer, y quedáronse los hombres... hasta pasmados del «visual pomposu» que iban tomando los pasadizos y la escalera de la casona con la faena que nos hacía sudar.
Seguramente era una ciudad de muñecas; ¡pero qué muñecas!... Por diversos lados salían blancas pelucas, y ninguna puerta se abría en los huecos del piso segundo, sin dar paso a una bonita figura de cera, estopa o porcelana; y todas corrían por los pasadizos gritando: «ya es la hora...». En las escaleras se cruzaban galones que subían con galones que bajaban... Todos los muñecos tenían prisa.
Palabra del Dia
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