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Te prevengo dijo riendo, que esta carta no te va a gustar mucho más. Escucha. «Juan Dormal al abonado X. Y. Z. »Nadie era más partidario que yo del matrimonio. Soñaba yo con amor y con agua fresca, cuando las muchachas se encargaron de administrarme dicha agua fresca en forma de duchas desilusionantes.

Desnoyers seguía con interés los trazos del pincel y aceptaba todas las explicaciones del retratista de almas. El era partidario de los antiguos; en sus compras, sólo había adquirido obras de pintores muertos; pero le bastaba saber que Julio pensaba como su amigo, para admitir humildemente todas las teorías de éste. La laboriosidad del artista era otra.

Karl era partidario de la guerra; era de los que la consideraban como el estado perfecto del hombre, y la había preparado con sus provocaciones. Estaba bien que la guerra devorase á sus hijos: no debía llorarlos. ¡Pero él, que había amado siempre la paz! ¡él, que sólo tenía un hijo, uno solo... y lo perdía para siempre!...

De todos aquellos brindis el más original e interesante fue el del padre de la novia, D. Cristóbal Mateo. ¿No había de ser original oír a este sañudo enemigo de la fuerza armada cantar sus glorias y declararse partidario frenético del aumento del contingente y del sueldo a los oficiales?

Se habían encerrado, y en la soledad de la habitación, sin luz, porque el amo de la casa era partidario frenético del oscurantismo en todas sus manifestaciones, la dolorida señora se explayaba y derrochaba a sus anchas el tesoro de su dolor, manifestándolo de mil modos con florida inspiración elegíaca... El día le era antipático. Gustaba de la noche para cebarse en la contemplación de su pena.

El General Monteagudo, que conoce mejor que nadie el problema, por haberlo estudiado detenidamente bajo todos sus aspectos, es partidario decidido de la organización de las milicias; y sus iniciativas en este sentido deben encontrar en todas partes el apoyo decidido de cuantos se interesen por el bienestar de Cuba.

A lo que parece, a fin de consolarle y de remediarse, se ha hecho ahora partidario de la independencia de la Perla de las Antillas, y ya sueña con ser en Cuba libre un dictador como el doctor Francia en el Paraguay o como Rosas en Buenos Aires, o un emperador como Faustino I en Haití, aunque tenga que tiznarse con hollín; ya con más modestia, forma un plan que muchas personas creen desatino, aunque tal vez no lo sea.

Era muy decidido partidario de las instituciones vigentes. Se peinaba por el modelo de los sellos y las pesetas, y en cuanto al calzado lo usaba fortísimo, blindado. Creía que esto le daba cierto aspecto de noble inglés. «Yo soy muy inglés en todas mis cosas decía con énfasis sobre todo en las botas». «Militaba» en el partido más reaccionario de los que turnaban en el poder.

En cuanto a Daudet, los mismos naturalistas no le cuentan entre los suyos sino con muchas atenuaciones y distingos, teniéndole más bien por un aliado útil que por un partidario fervoroso. Y realmente, en los libros de Daudet no faltan figuras de convención, ni deja de respirarse cierta atmósfera poética, que los intransigentes de la escuela condenan con los nombres de romanticismo y lirismo.

Al cabo llegó Páez a ser el más ferviente partidario de la religión de sus mayores. «Indudablemente, decía, la Metrópoli debe ser religiosa». Y se hizo religioso; daba todo el dinero que se le pedía para el culto, y si muchas veces al disparatar lo hacía en menoscabo del dogma, siempre estaba dispuesto a retractarse y a cambiar aquel dislate por otro inofensivo.