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Actualizado: 13 de junio de 2025


Vevey, rodeada de ondulosas colinas y lindas laderas, y en cuyas cercanías son numerosos los bellos puntos de vista y agradables paseos, ofrece uno de los mas encantadores panoramas que se pueden imaginar, sobre todo si se la contempla desde la terraza ó la encumbrada torre de San-Quintin, monumento gótico de estilo muy sencillo y severo.

Si imposible es pintar el cielo de este país, tanto lo es el describir algunos panoramas de su suelo.

Sin duda por esto le volvió la espalda, dirigiendo sus miradas más allá del peñón en que está asentada Mónaco. Eso es hermoso, profesor: uno de los panoramas más dulces que existen. Por algo viene aquí la gente de todos los extremos de la tierra. Fijó su vista en unas montañas de color violeta que avanzaban sobre el mar en último término, como el final de un mundo.

El gran número de islas que dejamos tras la estela, la diversidad de panoramas que habíamos admirado, la riqueza del suelo, la patriarcal y primitiva vida que reflejaban en sus toscas construcciones, el sin número de casas de nipa y palma enclavadas en el monte y en la playa; todo, todo desapareció. ¡Solo cielo y agua! ¡Solo inmensidad!

Hay panoramas de París, y de Nápoles con su volcán, y del Mont Blanc, que da frío verlo, y de la rada de Río Janeiro. Hay otro que es en el centro como un puente de un buque, y parece por la pintura que está allí el buque entero, y el cielo y el mar. Hay el palacio de las pinturas finas de los acuarelistas, y otro, con adornos como de espejo, de los que pintan al pastel.

La mujer no es temible sino en cuanto nos hace sentir, y no nos hace sentir sino en cuanto nos ofrece una belleza recatada; la prostituta vulgar en Paris es feísima en este sentido. ¡Cuánto más temible es la de Italia, especialmente la de Roma! Una noche saliamos mi mujer y yo del pasaje de los Panoramas.

También flotaban sobre él las nieblas, como en el monte por donde habíamos subido, y también lo deploró Neluco, porque me impedían gozar del espectáculo admirable, que tanto me había ponderado Chisco a su modo. Pero ¿qué podía faltarme de ver en punto a panoramas, después de los que había visto con el Cura desde muy cerca de allí?

No entienda el lector que somos dados á la gula; no se trata de gozar sino de vivir, y cosa es esta para no ser mirada de cualquier modo. Buscando recursos contra esta penuria artificial, mi mujer y yo hemos ido al pasaje de los Panoramas, que dista pocos pasos de nuestro hotel, y nos hemos provisto de jamon dulce, salchichon, una caja de sardinas escabechadas, un cestillo de fresas y pan.

Pero las excursiones que prefería Nieves eran las que hacía a pie con su padre, Leto y don Claudio, muy de mañana o a la caída de la tarde, trepando de breña en breña, de altura en altura, para admirar nuevos panoramas o descubrir más vastos horizontes; o descendiendo a las hondas y sombrías cañadas para acopiar el musgo aterciopelado y el finísimo helecho que andaban allí tirados por los suelos, y no había modo de que los produjera el de su tierra natal, con ser la «de María Santísima». Mucho le gustaban también estas expediciones a don Alejandro, pero no podía siempre con ellas; y en tales casos iba sola Nieves con sus amigos, que no se cansaban nunca y eran bien de fiar.

En el estado de mi espíritu hubiera dado un mundo por poder entregarme a mismo, llegar a la catarata sin más guía que su gemido cesante, y solo, en medio de la naturaleza, detenerme de pronto frente a frente y entregarme sinceramente a la impresión... ¡Veinte, cuarenta ómnibus, estaban alineados en la estación, y otros tantos individuos gritaban a voz en cuello el nombre de sus hoteles, encomiando sus golpes de vista, la maravilla de sus panoramas exclusivos, la baratura de sus precios!

Palabra del Dia

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