Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 30 de junio de 2025


Levantábase á las tres, cargaba con los cestones de verduras cogidas por Tòni al cerrar la noche anterior entre reniegos y votos contra una pícara vida en la que tanto hay que trabajar, y á tientas por los senderos, guiándose en la obscuridad como buena hija de la huerta, marchaba á Valencia, mientras su marido, aquel buen mozo que tan caro le costaba, seguía roncando dentro del caliente estudi, bien arrebujado en las mantas del camón matrimonial.

Pasó Leto la tijerilla a la mano izquierda después de haber colocado debajo del mismo brazo la cartera, o más bien, cartapacio de Nieves, y sacó del bolsillo derecho su álbum de apuntes... Pero en el momento de entregársele a Nieves, se atarugó más que la otra vez, y se puso, no rojo como entonces, sino pálido... ¡Carape! ¡buena la había hecho! ¡Pícara memoria y pícaros aceleramientos los suyos!

La grey femenil hizo coro a los vituperios de Currita, y todos convinieron en que la marquesa de Sabadell era una intriganta, una beata hipocritona, una mala esposa que, habiendo campado por su respeto diez años entre curas y monaguillos, quería ahora oscurecer al pobre Jacobo bajo la tutela del padre Cifuentes, y que era caso de conciencia y obligación imprescindible de todo fiel cristiano arrancar a la pícara el antifaz y advertir al cándido muchacho el lazo que le tendían.

Tres veces en dos días había ido la pícara a ver a Riquín, porque la ortopedista no se lo había querido entregar; pero ni con preguntas capciosas pudo obtener de ella un indicio del sitio en que moraba. Debía de saberlo don José; mas también guardaba fielmente el secreto.

La generala aceptó en seguida, creyéndose honradísima, y aquella señora ejemplar, aquella madre cariñosa y cristiana que había educado a sus hijas en el santo temor de Dios y en el cercado de la pureza, fió sin reparo alguno el más bello de sus ángeles a aquella pícara redomada, aquella bribona indecentísima...

Que tardó una hora larga en llegar; porque el señor don Santiago Núñez estaba con un ataque reumático hacía una semana, y, aunque ya se levantaba, no podía salir a la calle: gracias que arrastrando, arrastrando, lograba llegar desde el dormitorio a su despacho. La rodilla, la pícara rodilla derecha, que no acababa de jugar los goznes como la otra, tenía toda la culpa.

Soy tu lavandera, ¿no me has conocido? respondía el joven. ¡Oh, mi lavandera no es tan pícara como ! La careta me hace ser pícara; sin careta soy muy inocente. Vamos, máscara, dime quién eres; has conseguido interesarme... si me lo dices, prometo guardarte el secreto. El joven se obstinaba en sostener que era la lavandera; ambos se reían de aquel disparate.

La pícara se fue a las Cortes con... ¡Justicia, cielos divinos, justicia! No más porque salí de la casa. Desde aquel momento fui amigo de Calomarde. ¿Hablaré de él algún día? Creo que . Pasaron días y San Lorenzo de Puntales me vio ocupado en su defensa durante un mes, en compañía de los valientes canarios de Alburquerque.

Entonces el joven cortesano entendió, con deleite, que se trataba de un juego: la coquetería no podía adoptar forma más inocente y sencilla. Y sin vacilar tornó a paso vivo, saltó al prado y comenzó a registrarlo escrupulosamente. Rosa... Rosa... ¿Te escondes de , pícara?... Ya parecerás, a no ser que te hayas metido en un agujero, como los grillos.

A poco más que me apuren, me confieso de todas mis culpas delante de don Santiago Núñez, y arrojo mis arreos mundano! a los pies de su mujer... Y ahora casi me asombro de aquella flaqueza. ¡Qué contrastes tan raros!... ¿Cuándo estará en lo suyo la pícara condición humana?

Palabra del Dia

godella

Otros Mirando