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Actualizado: 20 de junio de 2025


La ruda morena soltó una carcajada. La plática, aunque burlona, se fué haciendo más y más cordial, no tardando mucho aquel perro en obtener su perdón. El cuchicheo se hizo más íntimo y más suave. Hallaban los dos grato enamorarse por la reja después de haber hecho vida matrimonial cuatro años. Hacía ya largo rato que estaban charlando cuando se oyó el ruido de un coche.

Por dicha para Morsamor, casi en el mismo punto se oyó la señal que esperaba: era el sonido de las trompetas, avisando la sublevación de la ciudad, donde la plebe amotinada combatía ya e iba venciendo a los musulmanes. La señal inspiró a Morsamor ánimo y confianza, pero era indispensable vencer en la fortaleza para obtener el triunfo.

¡Arrayua! ¡El Cura! exclamó el cochero en voz alta . Nos hemos fastidiado. Abajo todo el mundo mandó el Cura. Egozcue abrió la portezuela de la diligencia. Se oyó en el interior un coro de exclamaciones y de gritos. Vaya. Bajen ustedes y no alboroten dijo Egozcue con finura.

Llegados al puente, no encontraron más que despojos, jarcias destrozadas por el viento, un desorden, en fin, que anunciaba que aquel buque había sufrido cruelmente los efectos del levante. Pero de pronto se oyó un ruido desordenado en el sollado.

1 Y oyó Sefatías hijo de Matán, y Gedalías hijo de Pasur, y Jucal hijo de Selemías, y Pasur hijo de Malquías, las palabras que Jeremías hablaba a todo el pueblo, diciendo: 2 Así dijo el SE

¡Una carga! , una carga enojosa. ¿Crees que yo reparé jamás en...? Don Juan se detuvo, porque lo que iba á decir era inconveniente. Pero Dorotea oyó con el alma las palabras que don Juan no había pronunciado; las oyó dentro de su corazón.

En aquel momento cayó una pesada mano sobre el hombro de Simón, la manaza de Tristán de Horla, á quien se oyó decir con gran calma: Sois un embustero de tomo y lomo, señor arquero, como lo prueban las patrañas que nos endilgáis hace media hora; y sois además un deslenguado y os abofetearé lindamente si repetís las palabras que acabáis de decir.

¿No oyó usted, D. Andrés? Parece que viene gente... No nada. Ambos quedaron atentos, silenciosos, sin pestañear siquiera. Después de un rato, los dos percibieron, en efecto, confuso rumor de voces allá abajo, entre los castañares. Vienen a buscarnos dijo la joven empalideciendo.

En esto, se oyó en todo el salón un rumor súbito, semejante al que en días de fiestas nacionales se oye en la muchedumbre de las plazas cuando rompe en un ramo de estrellas en el aire un fuego de artificio. ¡Ya se sabía que en el Instituto de la Merced había una niña muy bella! que era Sol del Valle; ¡pero no se sabía que era tan bella!

Y oyó una voz, la voz de su mujer muerta hacía veinte años, que le llamaba a gritos: «¡Roque! ¡Roque! ¡RoqueeeLos dientes del alcalde chocaron de terror. Dejó de ver el armario, las paredes de la alcoba, los objetos que tenía en torno, y en su lugar percibió un millón de luces de todos colores que al principio estaban inmóviles, después comenzaron a bailar con extremada violencia.

Palabra del Dia

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