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Actualizado: 17 de octubre de 2025


Con la marcha del estudiante acababan en casa de los Luna las veladas, en las que el campanero, el pertiguero, los sacristanes y demás empleados del templo escuchaban la voz clara y bien acentuada de Gabriel, que les leía como un ángel, unas veces las vidas de los santos, otras los periódicos católicos que llegaban de Madrid, y en ciertas noches un Quijote con tapas de pergamino y ortografía anticuada, venerable ejemplar que había pasado en la familia de generación en generación.

Compostela es pueblo en que nadie quiere pasar por ignorante, y comprendía el señorito cuánto se mofarían de él y qué chacota se le preparaba, si se averiguase con certeza que no estaba fuerte en ortografía ni en otras ías nombradas allí a menudo.

La noche anterior se había dormido con los dientes apretados y temblando de frío. Había querido escribir a sus tías de Vetusta y no había podido coordinar las palabras; hasta dudaba de su ortografía. Tuvo pesadillas, y aunque hizo esfuerzos para no declararse enferma, el mal pudo más, la rindió.

Por fin un día, tras cavilar y sufrir mucho, determinó escribirle, procurando que sus palabras no acusaran despecho sino amargura. La carta, después de muy pensada, quedó con estas mismas frases y ortografía; bien es verdad que no podían exigirse superiores a quien se crió en un estanco y comenzó a vivir en un teatro de tercer orden.

Sólo diré que ¡Día feliz! me agrada tanto como cualquiera de los más encomiados y cortos proverbios de Alfredo de Muset: como Un capricho, por ejemplo. Sobre ¡Día feliz!, lo mismo que sobre la novela Justa y Rufina, quiero yo tocar un punto en que ambas obras coinciden: la adulteración de la ortografía para reproducir gráficamente el modo de pronunciar de los andaluces.

Es nuestra intención presentarles la Palabra de Dios en ortografía y gramática actualizadas, pero con toda la fuerza y unción que fue derramada sobre Casiodoro de Reina, erudito del Hebreo y Griego; un hombre escogido por Dios para ser el traductor de la Biblia al español. GLOSARIO Arrepentimiento. Buen Fruto.

Su contenido y su ortografía era como sigue: «Señor dotor: »No creha V. que esta es una carta nónima: yo hago las cosas claras; comienzo por decirle mi nombre, que es Lucía del Salto; me parece que es nombre bastante conocido.

Pues todo queda arreglado. Lee. Sacó del bolsillo una carta y me la dio. Principié a leerla. A cada palabra, una falta de ortografía. No dejé de sonreirme. ¿De qué te ríes muchacho? ¡Ah! Ya me lo imagino.... De los disparates de Castro. Pues no te rías. Castro Pérez es un hombre muy instruido. Lo será; pero no sabe una palabra de.... ¡Hijo! ¡Defectos de la educación antigua!

No es completa esta lista, pues por Ulloa y otros escritores se citan nombres no comprendidos en ella: acaso hay también equivocaciones en la ortografía italiana de que se valía el autor; pero á falta de otra, bien merece que por testimonio de estimación se reproduzca adicionada. General, D. Sancho de Leyva, con sus hijos Juan de Leyva. Diego de Leyva. General, D. Berenguer de Requesens.

Aquella obra maestra del pintor ambulante fué acogida con grandes risas, y el mismo Roger no pudo menos de convenir con la ventera en que aquel papagayo bizco y aquella ortografía fantástica perjudicarían á la buena fama del mesón y moverían á risa á los señores que allí se detuviesen á descansar y refrescar durante sus frecuentes cacerías. Sería la ruina de mi casa, exclamó la tía Rojana.

Palabra del Dia

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