Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 14 de junio de 2025
«¿Qué era aquello, Señor, qué era aquello?». ¿Por qué en día semejante, cuando su espíritu acababa de entrar en vida nueva, vida de víctima, pero no de sacrificio estéril, sin testigos, si no acompañado por la voz animadora de un alma hermana; por qué en ocasión tan importuna se presentaba aquel afán de sus entrañas, que ella creía cosa de los nervios, a mortificarla, a gritar ¡guerra! dentro de la cabeza, y a volver lo de arriba abajo? ¿No había estado en la fuente de Mari Pepa entregada a la esperanza de la virtud? ¿No se abrían nuevos horizontes a su alma? ¿No iba a vivir para algo en adelante? ¡Oh! ¡quién le hubiera puesto al señor Magistral allí! Su mano tropezó con la de un hombre. Sintió un calor dulce y un contacto pegajoso. No era el Magistral. Era don Álvaro, que venía a su lado hablando de cualquier cosa. Ella apenas le oía, ni quería atribuir a su presencia aquel cambio de temperatura moral, que lamentaba para sus adentros, en tanto que veía a las jóvenes y a las jamonas vetustenses coquetear en la acera, y en las tiendas deslumbrantes de gas. Don Álvaro opinaba lo contrario, que bastaba su presencia y su contacto para adelantar los acontecimientos. Para tener idea de lo que Mesía pensaba del prestigio de su físico, hay que figurarse una máquina eléctrica con conciencia de que puede echar chispas.
Reyes había leído la Odisea en castellano y recordaba la interesante visita de Ulises a los infiernos; aquella vida opaca, subterránea del Erebo, donde opinaba él que tanto debían de aburrirse las almas de los que fueron, se le representaba ahora al ver a los tristes cómicos, silenciosos y vagabundos, cruzar el escenario oscuro, como espectros.
Muy santo y muy bueno que al raquitismo se apliquen los reconstituyentes; pero doña Lupe opinaba que de nada valen estos si no van acompañados del ejercicio al aire libre y de la gimnasia, y esto era lo que ella quería aplicar, el mundo, la vida y al mismo tiempo principios. vi Con las Josefinas no tenía Fortunata relación alguna.
Le faltaba el gusto de las artes plásticas; y, sin atreverse a decirlo, opinaba que los cuadros, aunque fuesen de grandes pintores, profanaban las iglesias. Del dogma le gustaba la teología pura, la abstracción, y al dogma prefería la moral.
Corrimos a su encuentro, y me maravillé viéndole gozoso como unas pascuas. «Pero D. Rafael... le dijo mi amo con asombro. Bueno y sano contestó D. José María . Es decir, sano, no; pero fuera de peligro sí, porque su herida ya no ofrece cuidado. El bruto del cirujano opinaba que se moría; pero bien sabía yo que no. ¡Cirujanitos a mí!
El traje fue objeto de animadas pláticas. Paco opinaba que, para presentarse bajo un aspecto más imponente, convendría vestirse algún uniforme, por ejemplo, el de jefe honorario de administración civil. No era difícil conseguir el nombramiento sacrificando un puñado de oro; pero esto dilataría más de un mes la realización de la empresa.
Se habían puesto a discutir con animación si la abuelita no habría interiormente correspondido al bisabuelo de Adriana. Sí opinaba Carmen pero ha guardado el secreto, jamás lo ha confesado a nadie, ni a nosotras mismas lo diría nunca. Fue tal vez el único amor verdadero de su vida y un recuerdo que se llevará ella a la tumba.
El Napoleon y el guardia civil. Prometi dar cuenta de una disputa que presencié el otro dia en el restaurant de las Columnas. Era la siguiente. Dos caballeros discutian en alta voz, acerca de la prenda que constituia el carácter más grande del hombre. Uno opinaba que era la generosidad, la abnegacion. El otro decia que era el valor ó la firmeza.
Podrán suscitarse disputas sobre el carácter distintivo de esta naturaleza; sobre si es ó nó una fuerza como pretendia Leibnitz, ó si su esencia consiste en el mismo pensar, como opinaba Descartes; pero estas cuestiones son ajenas de la que ahora ventilamos; ¿hay algo real y permanente entre la variedad de los fenómenos internos? sí ó nó.
De acuerdo estaban en lo principal, discrepando sólo en el procedimiento más adecuado, pues ella opinaba por una carta y él por una entrevista de despedida. Al fin, tras laboriosa discusión, prevaleció este criterio, como verá el que siga leyendo. La revolución vencida i
Palabra del Dia
Otros Mirando