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Allí caía Sheridan, rendido, con la mirada opaca, el rostro lívido por los excesos de la orgía, y allí se levantaba para gritar a Pitt, para azotarle el rostro con esta frase que cimbra como un látigo: «¡, no ha corrido sangre inglesa en Quiberon, pero el honor inglés ha corrido por todos los porosAllí Wilberforce, más allá Mackintosch... ¿Cómo recordar a todos?

Al frente, tras un bello pórtico de bambúes con cortinas de muselina bordada, estaba su lecho. Antes, esto es, entre la puerta desde donde yo observaba y el pórtico de la alcoba, había un espacio cuadrado, y en su parte media, una mesa arrimada a la pared. Sobre la mesa había una lámpara con bomba de cristal opaca que esparcía una luz velada a poca distancia.

Y se puso a buscarla por la casa adelante. Iba diciendo siempre: Quiero verla, ¿dónde está? Narcisa le contempló con sorpresa primero; después, con gozo; luego, con una crueldad brava y horrible. Corrió tras él y le dijo con voz opaca, llena de perfidia: ¿La quieres?... Yo te la buscaré.... Te la doy para ti..., te la regalo....

Aquélla es opaca y ruda: sacude con fuerza. El que se aventura en ella, siéntese levantado impetuosamente. Cierto que presta auxilio al nadador, empero se señorea de él: encuéntrase éste cual débil niño mecido por poderosa mano que fácilmente puede reducirlo á la nada. Una vez desamarrada la barquilla, ¿quién sabe dónde puede llevarla una ráfaga de viento, la irresistible corriente?

Potaje, que estaba ya borracho, asentía con entusiasmo a todo lo dicho por el Plumitas. No entendía bien sus palabras, pero al través de la neblina opaca de su embriaguez creía distinguir un resplandor de suprema sabiduría. Esa es la verdá, camará. Palo a too er mundo. Sigue, que estás mu güeno.

La opaca luz de aquel día nublado y lluvioso, penetrando en el encierro por dos estrechísimas saeteras, apenas bastaba para determinar los objetos que en el aposento había.

De manera que se puede «planchar» tanto por sobra como por ausencia de despejo. Frecuentemente se ven también algunas muchachas bonitas que «planchan». Son figuras de belleza inerte, como los angelones de retablo. La hermosura sin gracia, decía Ninón, es como un anzuelo sin cebo. Su espíritu apagado y su inteligencia opaca hacen que su compañía sea aburrida y tediosa.

Vestía una bata grasienta ya y traía la cabeza descubierta. Pero aquella cabeza, a pesar de sus blancos cabellos, no era venerable. Las mejillas pálidas, terrosas, los labios amoratados y caídos, la mirada opaca sin expresión alguna, no reflejaban la ancianidad que tiene su hermosura, sino la decrepitud del vicio siempre repugnante y la señal de la idiotez, aterradora siempre.

A las dos de la madrugada el destartalado carricoche va rodando, hundiéndose en los hondos relejes, saltando sobre los agudos riscos, por las anchas calles blancas de la ciudad manchega. Corre un viento sutil y helado. Las luces eléctricas difunden una claridad opaca. A un lado y a otro se extienden las fachadas en anchas pinceladas de blanco sucio.

El techo, obscuro, de pino, tallado profundamente, según el gusto del Renacimiento, estaba, á causa de su altura, casi perdido en la sombra, que no alcanzaba á disipar la insuficiente luz del velón; acontecía lo mismo respecto á las paredes que, veladas por una penumbra opaca, hacían aparecer de una manera extraña y descompuesta las figuras de los cuadros; y el fuego brillante de un brasero colocado á cierta distancia, en la sombra, contribuía á dar cierto aspecto fantástico y siniestro á aquella silenciosa cámara, en la cual no se veía de una manera determinada más que el plano de la mesa en que estaba el velón, parte de la pared, en que proyectaba una sombra fuerte la pantalla, y medio cuerpo de la duquesa, con su toca blanca y su vestido negro, leyendo en silencio y con una atención gravísima.