Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 29 de mayo de 2025


¡Voto a tal -dijo un labrador que escuchó la sentencia de Sancho- que este señor ha hablado como un bendito y sentenciado como un canónigo! Pero a buen seguro que no ha de querer quitarse el gordo una onza de sus carnes, cuanto más seis arrobas.

¿Qué ha tomado? ¿El poquito de cocido que le aparté anoche? Hija, no pude pasarlo. Aquí me tienes con media onza de chocolate crudo. Vamos, vamos allá. Lo peor es que hay que encender lumbre. Pero pronto despacho... ¡Ah! también le traigo las medicinas. Eso lo primero. ¿Hiciste todo lo que te mandé? preguntó la señora, en marcha las dos hacia la cocina . ¿Empeñaste mis dos enaguas? ¿Cómo no?

Un poco de presunción, un personal excelente, suficiente atolondramiento para no quedarse nunca sin conversación, un modo de bailar semejante al de una persona que anda sin gana, un bonito frac, seis apuestas de a onza en el écarté, y todo el desprecio posible de las mujeres, hablando con los hombres, le granjearon el afecto y la amistad verdadera de todo el mundo.

Había un gran comedor, otro comedor pequeño para diario y varios salones de respeto, que no se abrían sino en las ocasiones solemnes, y donde, entre otras preciosidades, D. Acisclo, sus hijos, hijas, yernos y nueras, todos resplandecían retratados al óleo, de tamaño más que natural, y casi de cuerpo entero, por un pintor ambulante que acertó a pasar por Villafría, y que llevó una onza de oro por cada retrato.

Con esta ilusión se durmieron ambas, y en sueños seguían oyendo el tin, tin... La casa era como un inmenso cuerpo, y sudaba, y por cada uno de sus infinitos poros soltaba una onza, o centén, o monedita de veintiuno y cuartillo.

En suma, la de Rufete se quedó sin un cuarto, y su tío el Canónigo mostraba la mayor pachorra del mundo para enviarle fondos. ¡Ay!, esa gente de provincias cree que una onza es un millón. ¡Un mes llevaba la pobre de grandes apuros, haciendo diligencias inútiles en pro de su hermano, que en la cárcel seguía, y privada de todo, viendo tantas cosas bonitas sin poder comprarlas!

-Si eso hay -dijo Panza-, yo renuncio desde aquí el gobierno de la prometida ínsula, y no quiero otra cosa, en pago de mis muchos y buenos servicios, sino que vuestra merced me la receta de ese estremado licor; que para tengo que valdrá la onza adondequiera más de a dos reales, y no he menester yo más para pasar esta vida honrada y descansadamente.

Afligióse en estremo el buen señor, y diera él por tener allí un adarme de seda verde una onza de plata; digo seda verde porque las medias eran verdes. Aquí exclamó Benengeli, y, escribiendo, dijo ¡Oh pobreza, pobreza! ¡No yo con qué razón se movió aquel gran poeta cordobés a llamarte dádiva santa desagradecida!

Esto ... ¿qué dirán que es esto?... ¡Tisana!, que no lo aciertan.... Pues esto es ... ¡media onza!... ¡Media onza!... ¡Media onza! ¡Media onza, ! recalcaba este último girando en todas direcciones; ¡media onza más maja que el sol!... Aquí está; don Damián me la dió para solo.... ¡Viva don Damián!

Podéis creerme añadió volviéndose a sus compañeros , más estimé yo aquel beso que si me hubieran puesto una onza de oro en la palma de la mano. ¡Está visto, hombre! ¡Pues bueno fuera! ¡Ni que decir tiene! Así aplauden todos las nobles palabras del viejo pastor.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando