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Actualizado: 29 de mayo de 2025
¿Cuál sería la sorpresa del encaramado Román al ver que de cada parche sacó Ovillitos una onza de oro y que luego las enterró al pie del árbol, después de haber permanecido gran espacio de tiempo contemplándolas amorosamente?
Aquí y en Francia han sío siempre ciento diez y tres, ciento trece, ¡retiña! Sí; pero como esos tres son duros, y tres duros son sesenta riales, será la cuenta ciento diez, y sesenta, ciento setenta. ¿Y cuántos duros hacen? Media onza es lo mesmo que ciento sesenta riales, y éstos son ciento setenta; conque son, media onza y medio duro ... ocho duros y medio.
Cuando esté medio frito se extrae el palito de canela, se incorpora una onza de mantequilla y un huevo, se revuelve bien y se vierte en una fuente plana, dejándolo enfriar. Se coge una cucharada grande de la composición y se reboza en pan rallado; luego en huevo batido, con una gotita de aceite; después se vuelve a rebozar ese en pan, y se fríen en manteca bien caliente.
Presénteme uno solo de sus argumentos, y guarde los novecientos noventa y nueve restantes, que ni tiempo hay sobrado ni ocasión es ésta para hacerme cargo de ellos. Entonces el corregidor metió mano al bolsillo, y entre el pulgar y el índice sacó una onza de oro. ¿Ve su señoría este argumento? ¡Eso es una pelucona, señor corregidor!
Mas y finalmente, se le cargan, diez libras quince sueldos y seis mrs. por vnos recuerdos de oro de tres anillos y vna crucecita de lo mesmo que pesaron dhas. dos piezas onse millaresses y medio, vendidos en almoneda en 4 de Febrero de 1692 á Raphael Aguilo á razon, de diez y ocho libras de diez y siete sueldos la onza
No es el hombre onza de oro que a todos guste por igual, aunque tenga muchas a buen recaudo, como yo las tenía entonces; y podía suceder muy bien que Lituca no gustara de mí por especiales razones... y hasta por estar prendada de Neluco sin que éste lo supiera, pues todo cabía en el campo de los supuestos verosímiles.
Cuando yo este bien instruido de las circunstancias exigidas por la ley monetaria vigente, y ademas haya experimentado que esta onza de oro carece de ellas, se la devolveré al dador sin discursos; y si se traba disputa, no versará sobre la legitimidad de la consecuencia, sino sobre si á tantos ó cuantos granos de déficit se ha de tomar todavia, si está bien pesada ó no, si lleva esta ó aquella señal, y otras cosas semejantes.
De este modo, en el barco puede una darse mejor vida que las otras y dormir aparte, y comprar en la cantina lo que se le apetece, y hasta hacer una cariá, que crea usted que viene aquí gente bien necesitá de que la ayuden. ¡Y allá vamos toos, don Isidro!... Dicen que aquello del Buenos Aires es muy hermoso, y que no hay más que agacharse en las calles pa dar con una onza de oro.
El producto de la única vaca que tenía el tío Nardo, vendida de prisa y al desbarate, dió justamente para los gastos de equipo del futuro indiano y para el pequeño fondo de reserva que debía llevar consigo, fondo que se aumentó con medio duro que el señor cura le regaló el mismo día que le confesó; con seis reales del maestro que le dió últimamente lecciones especiales de escritura y cuentas, y con la media onza de que tiene noticia el lector.
El cura llevaba en el bolsillo una onza de chocolate, y había aconsejado a Miguel que llevase otra: en el primer merendero o taberna que tropezaban, las tomaban disueltas en agua, y proseguían su marcha. A Miguel le gustaba mucho trotar, pero el cura se oponía, porque según él «se batían demasiado los hipocondrios:» en realidad era que temía caerse.
Palabra del Dia
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