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Actualizado: 5 de junio de 2025
Básteme afirmar que no pocas se leen con agrado, que están sencilla y elegantemente escritas, y que tal vez son más morales y más amenas aquellas cuyos autores, o no han leído muchas novelas francesas o inglesas, o se olvidan de ellas cuando componen las suyas. De los novelistas ya muy populares y acreditados, de los veteranos, digámoslo así, no he de decir aquí palabra.
Devuelven la juventud y la dicha; porque aquí, en estas cimas, se olvidan lo mismo los padecimientos del cuerpo que las amarguras del alma. Desgraciadamente, al bajar volvemos a encontrarlos en la llanura y en la ciudad, donde nos esperan. Cuando terminé mis cinco actos, hízose necesario marchar y alejarse de tan hermoso país.
¡No se acuerda de mí! murmuró Stein, mientras que dos gruesas lágrimas corrían por sus mejillas . No es extraño: las almas generosas olvidan el bien que hacen, como las agradecidas conservan eternamente en la memoria el que reciben. ¡Mal principio! dijo uno de los concurrentes . Un cirujano que llora; ¡estamos bien! ¡Qué desgraciada casualidad! añadió otro.
En los jesuítas hay en nuestro tiempo una limitación y una estrechez de miras harto contrarias á las susodichas aspiraciones. Se olvidan de que la letra mata y el espíritu vivifica, y se olvidan de que el espíritu de verdad hará resplandecer toda verdad ante los ojos de los que le siguen. CONTRA ESPA
¿Quieres que te ayude? Como quieras; pero estoy muy ágil; un poco fatigada no más por los baúles; porque no me fío de las muchachas; a lo mejor, se olvidan de lo más esencial. Y luego le hacen hacer a una el gran papelón. La ayudo a ponerse el corsé.
Esta es una atención de las que no se olvidan... ¿Pero quién viene con usted?... El barbero ataba ya la barca a los hierros cuando Leonora le hizo esta pregunta. Es don Rafael Brull contestó con lentitud. Un señor al que creo ha visto usted otra vez. A él debe agradecerle la visita. La barca es suya, y él es quien me metió en la aventura.
Nada podía, como lo que acabamos de describir, dar realce y vida a esta verdad moral: que en medio del tumulto y de las borrascas de las malas pasiones, la voz de la religión se deja oír por intervalos, grave y poderosa, suave y firme, aun a aquellos mismos que la olvidan y la reniegan. El cura entró en el cuarto del enfermo.
Pocas veces piden perdón á los lectores por humildad, y casi siempre le piden por amor propio, porque creen con estas prevenciones hallar mejor acogida en ellos. Despues nos dicen, que los amigos, ó alguna grande persona los ha obligado á imprimir el libro, y no se olvidan de hacer poner en la primera hoja su retrato, para que todos conozcan tan grande Escritor. Recherch. de la verit. tom.
Y tengo reparado que las cosas que una vez me interesan, tarde o jamás se me olvidan; por lo tanto nunca las apunté; y las que no me interesaron, siempre juzgué que no valían la pena de apuntarlas. Por otra parte, de diez cosas que en la vida suceden, las nueve son malas, sin que esto sea decir que la otra sea enteramente buena.
Su sorpresa aumentó más todavía cuando apareció la visitante: era Adriana. Lucía, que no había cesado de acariciar la cabeza de Muñoz, se levantó enrojeciendo, mientras él clavaba la mirada, fijamente, en la figura de Adriana. Esta demostraba una extraordinaria agitación. Procuraba sonreír. ¡Ya ve, Muñoz, que no lo olvidan! exclamó Lucía.
Palabra del Dia
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