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Actualizado: 8 de julio de 2025


En tanto que esto decía Dorotea, aunque Cardenio tenía abrazada a Luscinda, no quitaba los ojos de don Fernando, con determinación de que, si le viese hacer algún movimiento en su perjuicio, procurar defenderse y ofender como mejor pudiese a todos aquellos que en su daño se mostrasen, aunque le costase la vida.

Hijos míos, no hay motivo para permanecer así delante de , mudos y cabizbajos, como quien se juzga culpable y demanda perdón. No; no hay que arrepentirse de amar; no, no se debe ofender a la muerta venerada, cuya tumba vemos desde aquí.

Sirva de ejemplo la misión, embajada, o como quiera llamarse, de fray Hernando del Castillo al desdichado rey cardenal D. Enrique. ¿A qué podía conducir sino a mortificar el amor propio, a ofender y agriar al pobre monarca portugués el desvergonzado sermón de aquel buen fraile para persuadirle de que no debía contraer matrimonio?

Pepita contestó D. Luis , no es que su alma de Vd. sea más pequeña que la mía, sino que está libre de compromisos, y la mía no lo está. El amor que Vd. me ha inspirado es inmenso; pero luchan contra él mi obligación, mis votos, los propósitos de toda mi vida, próximos a realizarse. ¿Por qué no he de decirlo, sin temor de ofender a Vd.? Si usted logra en su amor, Vd. no se humilla.

Por consiguiente, el órgano, vicario ó delegado de este Genio, exento ya de cuidados materiales, sin armas para defenderse y ofender, sólo se emplearía en las cosas del espíritu y éstas serían de dos clases esencialísimas.

Se felicitó de la agresividad inexplicable que le había impulsado á ofender á Martínez. ¡El, que en los últimos días se arrepentía de esta locura!... Lo que le había pesado como un remordimiento era tal vez lo más cuerdo y más oportuno de su vida.

Sin embargo de inundarse todo aquel espacio, hay en él algunas arboledas de árboles muy altos, cuyos troncos se inundan hasta tres y cuatro varas en alto. Estos los fabrican de barro muy fuerte en lo alto de grandes árboles, con tal arte que queda como un horno al rededor de una de las ramas superiores, y tan bien construído, que no le pueden ofender las lluvias ni los vientos.

Pero, á pesar de todo, me parece que no hay imprudencia ni falta de sigilo en que alguien, como yo, que está alejadísimo del poder público y de todo centro oficial, y que no compromete á nadie ni se compromete, diga sobre el asunto lo que se le antoje. Lo que yo pienso decir, además, no puede ofender á ninguna nación.

Aquellas palabras duras del señor Arizmendi, más que ofender le extrañaron. Joshé no tenía ninguna malicia, toda su vida la había pasado pensando en la música, y de otras cosas nada sabía.

Sea usted liberal, que eso no es ofender a Dios, pero no sea usted un boquirroto y mire más lo que dice. Oiga usted, don Cayetano; ni la edad, ni el ser aragonés, le dan a usted derecho para desvergonzarse.... ¡Poco ruido! ¡Poco ruido! señor Fierabrás repuso el canónigo terciando el manteo.

Palabra del Dia

malignas

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