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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Para ella no había ya alemanes, ni ingleses, ni franceses; sólo existían hombres: hombres con madres, con esposas, con hijas; y su alma de mujer se horrorizaba al pensar en los combates y las matanzas. Odiaba la guerra. El primer remordimiento lo había experimentado al enterarse de la muerte del hijo de Ferragut.
"La condesa de T *, señora a quien Clementina odiaba de muerte por un desaire que en cierta ocasión le había hecho, andaba necesitada de dinero; se lo pidió al viejo banquero Z * y éste se lo había otorgado mediante un rédito muy poco apetitoso para la deudora.
Y el hombre, al considerarla tan hermosa y tan débil, siente crecer su amor con la lástima y el deseo de protección. No dijo ella . También la mujer conoce la conmiseración en su amor. El hombre que le era indiferente le interesa de pronto, al verlo infeliz; la que odiaba ayer vuelve al amante odiado, cuando lo considera en peligro.
Ya le he dicho á usted que tuviera mucho cuidado con este fenómeno del chico. ¡Tanto estudiar, tanto saber, un desarrollo cerebral disparatado! Lo que hay que hacer con Valentín es ponerle un cencerro al pescuezo, soltarle en el campo en medio de un ganado, y no traerle á Madrid hasta que esté bien bruto.» Torquemada odiaba el campo y no podía comprender que en él hubiese nada bueno.
El segundo de á bordo no quería seguirle.» Estalló la cólera de ella sin ningún miramiento, con la franqueza de la intimidad. Odiaba á Tòni. «¡Fauno viejo y feo!...» Desde el primer momento había adivinado en él á un enemigo. Pero tú eres dueño del buque continuó . Tú puedes hacer lo que quieras, y no necesitas su ayuda para navegar.
Sin embargo, no debía quedar tranquilo después de esta salida amenazadora y muy pronto pudo darse cuenta de que Clementina, fuera de su casa, era todavía más formidable. La señorita Guichard empezó una guerra sorda contra aquel á quien odiaba con todas las fuerzas de su amor engañado.
Constantemente repetía un latinajo que, si no recuerdo mal, era similia similibus curantur, lo que yo, en verdad, no sé qué quiere decir; pero cuando algún marinero se quejaba al capitán de una paliza, él le aconsejaba que le diera otra; si se quejaba de falta de dinero, que le quitase el sueldo. Siempre con el sistema del Hombre del Gallo. A aquel pajarraco de mal agüero todo el mundo le odiaba.
Toda la cuestión para él era saber lo que podía temer ó esperar de Lea y hasta qué punto la cantante daría armas á Jacobo contra él. No podía dudar que Lea le odiaba; se lo había dicho y repetido mil veces y, aun el día antes su furor por tenerle que sufrir se había roto en violencias y en injurias que le hacían aquella mujer más deseable.
Enseguida pensó: "¿Por qué no ha sido tan generoso cuando se trataba de mí? ¡Cuán pequeñas eran las concesiones que yo le pedía comparadas con las que se impone él mismo! ¿Tanto me odiaba que no quiso concederme nada?
Si D. Ignacio fuera un poeta inspirado ó un gran filósofo ó un estadista notable, tendrían, á no dudarlo, bastante importancia, sobre todo cuando se tratase de escribir su biografía; pero, desgraciadamente, no sentía ninguna afición á las musas, odiaba á los filósofos, y en cuanto á la política, quedaba reducida su actividad á leer El Tiempo, por lo cual no diremos más de su carácter ni de la influencia que ha ejercido sobre su siglo.
Palabra del Dia
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