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Actualizado: 23 de junio de 2025
¡Aquí tienes a este morral! bramaba el tabernero . Ha estao hecho un maleta. ¡Y para esto me gasto yo el dinero!... Levantábase iracundo el temible garrote, y el hombre vestido de seda y oro, el que había asesinado poco antes a dos pequeñas fieras, intentaba huir, ocultando la cara tras un brazo, mientras la madre se interponía entre los dos. Pero ¿no ves que viene herido?
Mi padre, que también era general, anduvo vagabundo por toda la República, ocultando su nombre y dedicándose á los más bajos oficios para poder vivir. En esa época de miseria, la madre del profesor Flimnap y el mismo profesor, que sólo tiene diez años más que yo, protegieron á mi madre. Abreviaré el relato de nuestras desventuras.
Eran como la torre de la catedral, que cubría con su mole una gran parte del cielo, ocultando millones y millones de mundos. Y sin embargo, era de una pequeñez insignificante, comparada con la inmensidad que ocultaba; menos que la parte infinitesimal de una molécula: nada. Así eran las religiones. Parecían grandes porque estaban muy próximas al hombre, ocultándole la inmensidad.
Feliciana hizo el mismo gesto de espanto que si despertase de súbito completamente desnuda a la vista de los hombres. Se arrancó del brazo de Maltrana y corrió hacia un árbol inmediato, apoyando en él los codos, ocultando la cara entre las manos. No quería que la viese Isidro. Tenía miedo de mirarle. Ahora lloraba de veras, y gemía entre suspiros: ¡Qué vergüenza, Señor!... ¡qué vergüenza!
Ya se entregaría al dolor con toda libertad cuando quedase sola. Su deber era hacerle tolerable la existencia, reteniendo sus palabras, ocultando sus pensamientos. Pero esta cordura de buena dueña de casa, esta supeditación de cónyuge á uso antiguo, ganosa de evitar toda molestia á su señor, no pudieron mantenerse mucho tiempo.
Pero cuando entró el P. Narciso, D. Joaquín se puso más grave, ocultando a su compañero aquella dicha inefable, que le retozaba dentro del alma, evitando encontrarse con los ojos alegres, chispeantes de su antigua ama. Aquél sintió en seguida en la nariz el tufillo aromático del cigarro, dirigió una mirada escrutadora a su colega, otra a D.ª Serafina y se puso al tanto.
Así lo hizo, con las cejas fruncidas, los labios contraídos bajo la nariz aguileña, sin dar un suspiro; pero dos gruesas lágrimas corrieron lentamente por las arrugas de sus mejillas. Y cuando hubo acabado, volviose, ocultando los ojos con la manga del vestido, y dijo: Está bien... Ve..., ve..., hijo mío, tu madre te bendice.
Y cadáveres eran, realmente, los españoles, condenados a no pensar o a mentir, ocultando su pensamiento. Los antiguos oficios habían desaparecido.
Sus lágrimas, surgiendo de pronto en este ambiente hostil, podían ser una señal de combate; iban a producir la explosión de todas las cóleras contenidas que adivinaba en torno de ella. No... ¡no! Y el esfuerzo de su voluntad sólo servía para hacer mayor su angustia, obligándola a humillar el rostro como las bestias dulces y tímidas, que creen salvarse del peligro ocultando su cabeza.
Pasé, sin embargo, golpeando con mis pies el suelo cavernoso y ocultando el pavor que me invadía; pero detrás de mí un gigante inmenso, formado de vapor, surgió inmediatamente: se inclinó para cogerme y el murmullo del abismo resonó en mi oído durante largo rato como risa de odio ó de triunfo.
Palabra del Dia
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