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Actualizado: 23 de junio de 2025
En cuanto á sombras, á mí Me toca dar la respuesta, Pues soy el que di las sombras Al día, ocultando en ellas Embozado al sol; que fué Decir que entre nubes densas Anda hoy en lejanas luces.
¿Yo?... ¿Yo?... ¿Dice usted que por causa mía?... ¿Yo la he muerto?... ¡Oh! Y, ocultando la cara entre las manos, sofocó un grito de dolor sobrehumano. Ferpierre se vio obligado a guardar silencio, no tanto por discreción como porque sintió una insólita turbación. Había ido allí a instruir un proceso y mientras tanto asistía a un drama.
Al ver esta muestra de debilidad, las amigas apretaron el asedio, enviando cada cual un argumento más o menos poderoso; sobre todo Luisa, era incansable en formar silogismos, que alternaba sin cesar con súplicas ardientes. Al fin Lolita volvió lentamente la cabeza hacia Asunción. La pobre niña seguía en la misma postura, abatida, ocultando siempre el rostro con las manos.
La vi agitar los brazos en medio de ellas narrando, al parecer, el suceso con vehemencia, y observé que algunas lágrimas se desprendían de sus ojos, sin que por eso perdiesen la expresión dura y sombría. Asunción permaneció sentada, con la cabeza baja y ocultando el rostro entre las manos. En el grupo de Lolita hubo acalorada deliberación.
Las camisas presentaban coquetonamente el adornado escote, ocultando la lisa falda; los pantalones estiraban, simétricas y unidas, una y otra pierna; las chambras tendían los brazos, las batas inclinaban el cuerpo con graciosa laxitud. El blanco suave y ebúrneo de las puntillas contrastaba con el candor de yeso del madapolán.
Una vez dentro, recorrió algunas habitaciones desamuebladas, húmedas, á lo largo del muro de la calle, y fué reconociendo las rejas, ocultando la luz de la linterna cada vez que abría una.
Allí lloró y lloró, sintiendo con esto un gran alivio, acariciado por las sombras de la noche, que parecían tomar parte en su pena, pues cada vez se hacían más densas, ocultando su llanto infantil.
La obra era magna, había costado mucho y preciso era que los autores se cobrasen, presenciando por completo la alegre sorpresa de su madre... Llegó el ansiado día, y ocultando Lilí bajo su capita de pieles el magnífico regalo, entráronse ambos niños a hurtadillas en el estudio de su madre: allí solía venir ella todos los días antes de almorzar, bastante después de las doce, y era la ocasión más a propósito para darle la sorpresa.
He conocido un señor que padecía lo mismo: eso es gota. Es verdad; pero te advierto que se le está ocultando por no afligirle: le hemos dicho que es un simple reuma. Poco será el alivio que halle, si hay alguno posible. Mayor razón para que no se le atribule inútilmente. Es tarde: ¿quieres algo?
No quiso dormir más, como si temiera sufrir de nuevo las negras pesadillas del ensueño. Prefería la realidad: aquel silencio de la catedral que le envolvía en una dulce caricia; la calma augusta del templo, inmenso monte de piedra labrada que parecía pesar sobre él aplastándolo, ocultando para siempre su debilidad de perseguido.
Palabra del Dia
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