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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Los largos días vacíos, lejos de todo afecto, que pesan como plomo sobre los hombros, la carga aplastadora de las tinieblas durante las noches sin sueño, las adulaciones dictadas por la codicia, que suenan a falso y dan náuseas, los celos de rivales cuyo mutismo obstinado irrita: todo eso he conocido. En verdad, era duro el pan que comí en el extranjero, ¡y cuántas veces lo mojé con mis lágrimas!

Al llegar al piso tercero, a pesar del brío y entereza de su carácter, sintió un poco desfallecida la voluntad y estuvo a punto de dar la vuelta. Su temperamento orgulloso y obstinado la empujó, sin embargo, al pensar que el joven la había visto entrar y se enteraría de su arrepentimiento. En el piso tercero había dos cuartos, derecha e izquierda. Clementina había visto papeles en uno.

Y aunque Gonzalo advertía con cierto disgusto que debía de haber en aquella adoración más deseo de la dote que verdadero amor, procuraba lisonjearla hablándola de sus pretendientes. Ella rehuía la conversación con silencio obstinado, sonriendo vagamente para no dejar traslucir su pensamiento; hasta que al cabo se veía precisado a hablarle de otra cosa.

Pensó con alegría que lo que su novia ejecutaba, después de todo, nada tenía de censurable; que su piedad y su misticismo eran el reflejo de un noble y elevado espíritu; que esta misma piedad era la prenda más segura de su felicidad conyugal, pues la guardaría de las vanidades a que otras mujeres se entregan después de casadas; que nada tenía de particular que la pobrecita desease que su novio fuese creyente y devoto, dadas sus ideas acerca de la salvación eterna, y que en este concepto él había hecho muy mal en contrariarla de un modo tan obstinado, hiriéndola en lo más vivo de su fe sencilla y admirable.

Francamente, me engañó ese tuno... Bueno; alguna dejarán... Mañana iremos usted y yo, don Víctor. Pero la noticia les había puesto tristes. Guardaron silencio obstinado. Dentro del salón se oían voces descompasadas, fuertes rumores. Alguna vez sonaba el agudo repique de la campanilla presidencial, llamando al orden.

No por eso había menos corros de baile y canto, menos puestos de rosquillas y jinetes, menos meriendas y comilonas. Aquí se escuchaba el rasgueo de guitarras y bandurrias, más adelante retumbaba el bombo, y la gaita exhalaba su aguda y penetrante queja. Un ciego daba vueltas a una zanfona que sonaba como el obstinado zumbido del moscardón, y al mismo tiempo vendía romances de guapezas y crímenes.

Gracias por vuestros consejos respondía el obstinado; pero no necesito tantos requisitos para cortarle las narices a un notario. El objetivo de su venganza no tardó en aparecer entre dos cristales de gafas, a la puerta de un carruaje. Pero M. L'Ambert no descendió, limitándose a saludar.

Interpretaba á su modo la Biblia, i no fué posible que se convirtiese i al fin murió impenitente i obstinado en la lei de Moisés.» I en los avisos de 9 de Agosto del mismo año, se lee tambien: «Dicen muchas cosas de aquel desventurado que se dejó quemar vivo por judaizante en el auto de Valladolid, i que se puso por nombre Júdas el creyente

Ya cantó el gringo murmuró Jacinto. ¿Con qué piensas pagarlos? preguntó otra vez Esteven. Silencio prolongado, obstinado de Jacintito.

Parado delante de la Bolsa, se puso a contar las cúpulas del edificio con obstinado empeño: una... dos... tres... cuatro... hasta seis; y se alejó, repitiendo mentalmente: seis cúpulas..., seis cúpulas.... Siguió caminando a toda prisa, y en la plaza de Gambetta se encaró con las estatuas de Bernardin de Saint Pierre y de Delavigne, como si les fuese a echar un discurso.

Palabra del Dia

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