Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 13 de junio de 2025


Las objeciones que le hizo Azara sobre esta parte de su memoria le parecieron tan convincentes que le obligaron a refundirla en un nuevo escrito, que tituló: Disertación que trata del estado decadente en que se hallan los pueblos de Misiones, con los medios convenientes a su reparación.

Sin duda se pondrán muchas objeciones á un tal establecimiento tan separado de la capital; pero es cierto que si no se procura el ir avanzando terreno, siempre nos conservaremos en el mismo estado oprimidos.

Tiene usted amigos en su casa á quienes obsequiar, ha oído en el teatro á Jenny Hawkins y tiene el capricho de hacerla venir... Si él hace objeciones, insista usted, pero no nos descubra. Esté usted tranquilo. Yo pediré á usted solamente una invitación para un joven inglés amigo mío, que irá por la noche á su casa de usted á tomar una taza de te. ¿Cómo se llama?

Además, entendía el matrimonio con arreglo á la tradición familiar: la mujer dueña absoluta del interior de la casa, pero confiada en los asuntos exteriores á la voluntad del señor, del guerrero, del jefe del hogar, sin permitirse pensamientos ni objeciones sobre sus actos. Fué Ulises el que adoptó por mismo la decisión de abandonar la vida de navegante.

Tal vez para cohonestar esta falta me presentaba yo un sinnúmero de dificultades y objeciones, por cuyo medio trataba de condenar el pensamiento del editor, a fin de justificar mi tardanza en contribuir a su realización con mi trabajo. ¿Qué diferencia esencial, ni siquiera qué diferencia accidental notable, puede haber o hay pongo por caso, entre la cordobesa, la jaenense o la sevillana?

Nos vimos por primera vez hace tres días... No si debo... Le interrumpió el príncipe con voz algo seca y un ademán imperioso de hombre acostumbrado á no admitir objeciones. Nos conocemos hace muchos años; nos conocemos toda la vida. Luego añadió con un tono halagador: No es gran cosa lo que ofrezco. La servidumbre resulta escasa.

Quando no se quiere usar del método escolástico en todo su rigor, y se han de enseñar algunas verdades bien averiguadas, y otras que necesitan averiguarse, viene bien un método medio entre el geométrico y escolástico, ordenando la serie de proposiciones del modo mas conveniente, ya sea analítico, ya sintético, para que de las cosas sabidas se pase á las que no se saben, de las simples á las compuestas, al modo de los Geómetras, y proponiendo los argumentos en contrario, como hacen las Escuelas, con el nombre de Objeciones, para que satisfechas estas se quiten los estorbos á la manifestacion de la verdad.

Por otra parte, una vez alcanzada preveía los sinsabores que consigo arrastra, sentíase débil para sufrir las objeciones de la crítica como ya lo había experimentado, comprendía que en cuanto se levantase un poco tendría contra a todos sus camaradas de café y de saloncillo y se sentía intimidado.

Tenga usted en cuenta, pues, lo que ha debido ser para ese desengaño a que se refiere... A esa edad en que el destino del hombre está en suspenso, es casi siempre una mujer quien lo decide... quien lo convierte en bueno o en malo... Cuanto a , esa mujer fatal ha sido su amiga de usted... Tal cual ella se me aparecía entonces, con su temible belleza y sus supuestas virtudes, era a mis ojos como el viviente símbolo de la dicha que yo soñaba en el seno de un hogar respetado... Yo había cifrado todo mi porvenir, toda mi vida en ese ensueño de que ella era la inspiradora... Usted sabe todos los obstáculos que nos separaban, usted conoce todas las objeciones, todas las resistencias que debía yo arrostrar o vencer... Usted sabe que estaba pronto a todas las abnegaciones, a todos los sacrificios... No ignora que lo aceptaba todo, las privaciones, las estrecheces, la sujeción, el trabajo... con tal que fuera mi mujer... Sabe, en fin, cuánto la amaba... con qué loca ternura... casi santa, me atrevo a decirlo así... Y cuando ella ha burlado un amor semejante, le admira a usted que me haya convertido en un insensato y que la llame una miserable.

Pues discurra usted... dijo la niña con empeño y confianza, animada por el «si retrocedemos...» del viajero, que le prometía implícitamente asistencia y auxilio. Seguir a Bayona, señora: es lo único que cabe. Creo que su marido de usted se dirigirá desde luego allí. Nosotros llegamos en el tren de la tarde y él en el de la noche. No puso Lucía objeciones.

Palabra del Dia

metropolitanos

Otros Mirando