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Actualizado: 13 de mayo de 2025


Para soltar cumplidamente estas objeciones conviene fijar las ideas. Bajo las sagradas especies hay un cuerpo que no afecta nuestros sentidos: aquí encontramos un milagro, mas una cosa imposible.

Confesad, mi querida tía, que la señorita de Aurigney parece un sorbete. ¡ que pareces un sorbete! Acabaré por creer que tus dificultades reconocen por causa una resolución tomada de antemano. Pero, mi buena tía, usted me pide que le manifieste mis impresiones, y así lo hago lealmente. , pero es que encuentras objeciones a todo, y objeciones casi siempre pueriles.

Como tuvo varios contradictores respondió á algunas objeciones que le hicieron, y escribió Cartas á hombres doctos, en que declaró algunas cosas de las que habia escrito en estos tratados.

Debía aprovechar aquella repentina blandura, ocasionada por los últimos sucesos, para arrancar de doña Tula y su director todas las ventajas posibles o, mejor dicho, que no me arrancasen a las que de derecho me correspondían. Preparé mi discurso de introducción y las respuestas que había de dar a las objeciones que, en mi concepto, podían hacerme.

La baronesa creía que bajo las inesperadas artísticas aficiones de su lectriz emboscábase una intentona de emancipadora rebelión, y ya que no pudiese oponer un formal veto sin manifestar al desnudo su celoso despotismo, desahogó su mal humor presentando un diluvio de objeciones. ¡Es gracioso que esa señorita se permita disponer de su tiempo sin mi permiso! dijo a su sobrino.

Era una de las obras más notables que se habían publicado en el siglo: las «Respuestas á las objeciones más comunes contra la religión» del Padre Segundo Franco, un jesuíta italiano, de inmenso talento.

Don Diego y la señora Chermidy pasaron una velada tempestuosa. La bella arlesiana comenzó por oponer a su amante diversas objeciones contra la boda. El conde, que no discutía nunca, le contestó con dos observaciones que no tenían réplica: «El asunto ya está concluido y usted es quien lo ha queridoElla cambió de táctica y ensayó el efecto de las amenazas.

El venerable ruso, frunciendo su nariz de pico de milano, me opuso aún otras objeciones que yo veía levantarse ante mi deseo como las murallas mismas de Pekín; ninguna señora de la familia de Ti-Chin-Fú consentiría en casarse con un extranjero; y sería imposible, absolutamente imposible, que el emperador, el Hijo del Sol, concediese a un extraño los honores privilegiados de un Mandarín.

En una palabra, disgustado al verse desairado, fastidiado de los escrúpulos y objeciones que se le oponían sin cesar, y ocupado, a más, por otro lado más agradablemente, retirose a su tienda definitivamente, de donde su mujer ni aun intentó sacarle. Sería un error creer que porque una mujer renuncie al amor de su marido en particular, deje por eso de amar en general.

Pero, ¿qué es lo que os autoriza a pensar que la criatura acabaría mal? le decía Godfrey, haciéndole objeciones . Ha prosperado en casa del tejedor todo lo que una criatura puede prosperar, y él la ha adoptado. No hay otra niña en toda la aldea que sea más bonita ni que merezca más la suerte que queremos darle. ¿En qué se puede basar la probabilidad que sería una maldición para nadie?

Palabra del Dia

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