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Actualizado: 2 de junio de 2025


Diré sólo que, pocos días después, doña Mencía apareció más bella y remozada, iluminando su rostro una alegría dulce y mucha satisfacción y contento, vistiéndose con más primor y saliendo a caballo a dar largos paseos, por los más solitarios y ásperos caminos, acompañada sólo del mancebo cautivo y del anciano Nuño, a quien el mozo había ganado la voluntad y con quien estaba muy bien avenido.

Paréceme que su rostro Lleno de aljófares veo Por las mejillas de grana, Su honestidad defendiendo; Paréceme que la escucho ¡Lastimoso pensamiento! Y que el tirano la dice Mal escuchados requiebros; Paréceme que a sus ojos Los descogidos cabellos Haciendo están celosías Para no ver sus deseos. Déjame, Nuño, matar; Que todo el sentido pierdo. ¡Ay, que me muero de amor! ¡Ay, que me abraso de celos!

Doña Petronila se ve privada de todo auxilio; Don Nuño ocupa el trono, y todos lo reconocen por Rey. Llega entonces el momento suspirado de vengarse de Don Bermudo.

El es el consuelo de mi alma, Señor, y el único apoyo de mi vejez desdichada. ¡Ay! ... Dejadme, por Dios, que a buscar a mi hijo vaya, y a esos hombres tan crueles decid que mal no me hagan. GUZMÁN. Me hace sospechar, don Nuño. NU

Para explicarnos mejor y evitar semejante confusión en lo sucesivo, ponemos los ejemplos siguientes: ROMANCES. ¡Nuño Vero, Nuño Vero, Buen caballero probado, Hinquedes la lanza en tierra, Y arrended el caballo! Preguntaros he por nuevas De Baldovinos el Franco. Tal es el romance perfecto, que más tarde fué admitido en el drama, y en el cual siempre se usa del asonante, nunca de la rima perfecta.

Mauregato, usurpador del trono de los Reyes de Asturias, ha celebrado un pacto con los moros, con arreglo al cual ha de entregar anualmente al Califa de Córdoba cien doncellas cristianas de las más hermosas. Este tributo llena de oprobio al país, y muchos vasallos se rebelan abiertamente contra el Rey, distinguiéndose, entre ellos, Nuño Valdés y el joven caballero Iñigo López.

Y como oyese en cierta ocasión, en boca de algunos compañeros de armas, groseros chistes en ofensa de su señora, no pudo contenerse y se decidió a castigarlos de palabras y aun de obras. Por dicha, Nuño acudió a tiempo y pudo evitar la inminente lucha, calmando los ánimos, restableciendo la paz y procurando que no se divulgase lo que había ocurrido.

Tenía dos niños: el uno que es don Nuño, nuestro muy querido amo, y contaba entonces seis meses, poco más o menos, y el mayor, que tendría dos años, llamado don Juan. Una noche entró en la casa del Conde una de esas vagabundas, una gitana con ribetes de bruja, y sin decir una palabra se deslizó hacia la cámara donde dormía el mayorcito. Era ya bastante vieja... FERRANDO. ¿Vieja y gitana?

Doña Mencía apenas conversaba con más personas que con el Padre Atanasio su capellán, con Nuño, su escudero y maestresala, y con la hija de Nuño, Leonor, que era su íntima servidora y confidenta. Mucho lamentaba doña Mencía, en sus conversaciones con el Padre Atanasio, los escándalos y las civiles contiendas que asolaban el país y tenían a sus hombres de más valer armados unos contra otros.

NARV. Calla, Nuño, que me importa. Y pues aquí hay dos senderos, Divididos, caballeros, Será la empresa más corta. NU

Palabra del Dia

rigoleto

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