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Actualizado: 2 de junio de 2025


En efecto, encuentra en seguida el apoyo de casi todos los grandes, y á poco se ve al frente de un ejército poderoso, con cuya ayuda ataca á la Reina, que lo declara un impostor. Doña Petronila sólo cuenta con pocos partidarios, siendo uno de ellos Don Sancho Aulaga, el hijo de Don Nuño, que, como es natural, no conoce á su padre el caudillo del bando contrario.

REY. En lo que os digo advertid. CONDE. Parece que el escudero Se ha turbado. ENR. El nombre ha sido La causa. SANCHO. Nuño ha venido; Licencia, señor, espero Para que llegue, si es gusto Vuestro. REY. Llegue, porque sea En todo lo que desea Parte, de lo que es tan justo, Como del pesar lo ha sido. SANCHO. Llegad, Nuño, y desde afuera Mirad. Sale NU

ELVIRA. Sancho, pues tan cuerdo eres, Advierte que las mujeres Hablamos cuando callamos, Concedemos si negamos: Por esto, y por lo que ves, Nunca crédito nos des, Ni crueles ni amorosas; Porque todas nuestras cosas Se han de entender al revés. SANCHO. Según eso, das licencia Que a Nuño te pida aquí. ¿Callas? Luego dices . Basta: ya entiendo la ciencia.

Con esto, piadoso, discreto, No sufrirás la tuya y mi deshonra; Antes harás volver, la espada en puño, A Sancho su mujer, su hija a Nuño. D. TELL. Pésame gravemente, Sancho amigo. De tal atrevimiento, y en mi tierra No quedará el villano sin castigo Que la ha robado y en su casa encierra.

Tengo por cierto Que el rey de Castilla, Alfonso, Es un príncipe perfeto; Mas ¿por dónde quieres que éntre Un labrador tan grosero? ¿Qué corredor de palacio Osará mi atrevimiento Pisar? ¿Qué portero, Nuño, Permitirá que éntre dentro?

, Nuño, aquí te queda; y si te hallares Para salir al campo descansado Y podrásme alcanzar donde ya sabes. NU

Llamó a Nuño, le exigió que absolviese a su hija de culpas que en realidad no tenía, y le ordenó que, sin entrar en nueva lucha con el rapaz, y sin acudir tampoco a otras personas para que no se enterase nadie de lo ocurrido, trajese al rapaz a su presencia para que ella le reprendiese duramente, como él merecía.

De aquí que Nuño desechase siempre como suposición maliciosa la idea que a veces se le presentaba de que doña Mencía tuviese amores. Lo que tenía era afecto casi maternal, y algo de satisfacción de amor propio y mucho de gratitud al considerarse querida. De esto que no dudaba Nuño.

Por otra parte, no cabía en la imaginación ni en el pensamiento de Nuño que doña Mencía olvidase a su esposo D. Jaime y fuese infiel a su memoria. La desproporción de edad hacía, por último, inverosímiles las relaciones amorosas. Doña Mencía hubiera podido ser holgadamente madre de aquel lindo muchacho.

PELAYO. Soy el que dice al revés Todas las cosas que habra. SANCHO. Señor, de Nuño es criado. PELAYO. Señor, en una palabra, El pródigo soy de Nuño. D. TELL. ¿Quién? PELAYO. El que sus puercos guarda. Vengo también a pediros Mercedes. D. TELL. ¿Con quién te casas?

Palabra del Dia

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