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Actualizado: 2 de junio de 2025
El recogimiento extremaba su fiebre. No contaba con un solo compañero de su edad. Desde temprano, a pesar de la oposición de su madre, buscó el trato de algunos mancebos. Llegó a conocer a un Núñez Vela, a un Valdivieso, a los dos hermanos Rengifo, a Diego Dávila, a Nuño Zimbrón.
Don Sancho ejecuta esta orden al cabo, siendo vanas sus objeciones y su obstinada oposición á los deseos de su padre, y lo mata, y consigue de la Reina la licencia de pelear solemnemente con Don Bermudo, y después con todos los demás que nieguen la verdad de su dicho, averiguándose al fin que él mismo no es hijo de Don Nuño, sino de Don Bermudo; que no ha existido en realidad la ofensa que se suponía haber hecho éste á Don Nuño, finalizando así el drama, y desatándose su nudo satisfactoria y tranquilamente, después de haber movido tanto los afectos de los espectadores.
ELVIRA. Luego que tu nombre Oyeron mis quejas, Castellano Alfonso, Que a España gobiernas, Salí de la cárcel Donde estaba presa, A pedir justicia A tu Real clemencia. Hija soy de Nuño De Aibar, cuyas prendas Son bien conocidas Por toda esta tierra. Amor me tenía Sancho de Roelas; Súpolo mi padre, Casarnos intenta.
Nuño tiene dos hermanas famosas por su belleza, y la mayor, llamada Leonor, es la prometida de Iñigo. Leonor se ha quejado en algunas ocasiones de la vergüenza, que recae sobre los españoles en sufrir que se entreguen á los infieles mujeres cristianas.
D. TELL. ¡Estraño caso! Dice que es ido a León. D. TELL. ¿A León? CELIO. Y que Pelayo Le acompañaba. D. TELL. ¿A qué efeto? CELIO. A hablar al Rey. D. TELL. ¿En qué caso? El no es de Elvira marido: Yo ¿por qué le hago agravio? Cuando se quejara Nuño, Estuviera disculpado; Pero ¡Sancho!
LEONOR. Vete; se acercan... ¿No lo ves? ¡Es el Conde! MANRIQUE. Don Nuño. ¡Es verdad...! ¡Gran Dios! ¿Y he de perderte? LEONOR. ¿Escuchas? MANRIQUE. Sí; ésta es la señal. DENTRO. Traición, traición. MANRIQUE. Estamos libres. DENTRO. ¡Traición! LEONOR. ¿Qué haces?
Seis días pasaron después del suceso que acabamos de referir, durante los cuales vivió doña Mencía en el más completo retraimiento. No salía de sus apartadas estancias, y sólo la veían y hablaban con ella el P. Atanasio, Leonor y Nuño. Un domingo por la mañana ocurrió algo que allí podría pasar por novedad, ya que sólo de tarde en tarde recibía la alcaidesa visitas de sus parientes.
Irala habiendo tiempo navegado El Paraguay arriba con su gente, Y al buen Nuño de Chaves despachado A que salga al Perú muy diligente, Se vuelve á la Asumpcion, que el que ha pecado No puede asegurar jamás la mente: Que no puede hallarse mejor ciencia, Ni prueba, que le iguale á la conciencia.
ARR. ¿Sólo hablar? ¿Qué te dijo? ALARA. Que si hubiera Sabido que era mujer Tuya, se dejara arder Primero que me escribiera. ARR. Mas, paso, di la verdad, Perra, que te mataré. ALARA. ¡Ay, que me matan! NARV. ¿Podré, Nuño, sufrir tal crueldad? NU
Abdallah, á pesar de esto, se empeña en lograr su propósito; pero el pueblo, á las órdenes de Nuño, admirando tanto heroismo, se revuelve espada en mano contra Mauregato, del cual obtienen una ley, en cuya virtud la ciudad de Simancas quedará libre en lo sucesivo de contribuir al tributo de las cien doncellas. Los Benavides.
Palabra del Dia
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