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Actualizado: 2 de junio de 2025


NARV. Para no hay, Nuño, en fin, Peligro dificultoso. Yo he de ir a Coín. Vos, Páez, Tened a punto la gente Por si fuere conveniente. ARDIN. Seguro estás, gran Narváez. NU

Sólo rumores vagos han llegado al reino acerca de la muerte del Rey, y muchos confunden con éste á Don Nuño por su extraordinaria semejanza con el difunto Monarca. Esta particularidad le sugiere el plan de fingirse el Rey, no dudando que como á tal lo mirarán todos sus vasallos, y que de esta manera podrá asegurar el éxito de su venganza de Bermudo, tan largo tiempo y tan ardientemente deseada.

Pero antes de darse la batalla decisiva, en la cual han de pelear el padre contra el hijo, Don Nuño atrae á Sancho á una conferencia, se descubre y le conjura á que abandone la defensa de la Reina; pero él permanece fiel á su deber, y, cuando intenta dar la señal del ataque, su ejército se pronuncia en favor de Don Nuño, obligándolo por necesidad á no hacer armas contra su padre.

Esa turbación... AZUCENA. Dejadme... permitidme que me vaya... JIMENO. ¿Irte?... Don Nuño, prendedla. AZUCENA. Por piedad, no... ¡Qué! ¿No bastan los golpes de esos impíos, que de dolor me traspasan? NU

El Rey muere en esta cruzada á manos de los infieles, y Don Nuño es hecho prisionero. Se supone que todos estos sucesos han ocurrido antes de comenzar la comedia. Don Nuño vuelve á su patria después de una ausencia de veinticinco años, durante la cual han gobernado á Aragón la reina Petronila y Don Bermudo, su primer ministro.

El argumento se basa en un hecho extraordinario de la historia antigua del reino de Aragón, y es, en pocas palabras, el siguiente: Don Nuño Aulaga, noble aragonés, que se cree gravemente ofendido por Don Bermudo, uno de los dignatarios más elevados del reino, ha intentado vanamente vengarse de su ofensor; todas las tentativas se han estrellado ante la posición que ocupa en el Estado Don Bermudo, y no le queda otro recurso, para realizar sus proyectos más adelante, que acompañar al rey Alfonso en una expedición á la Tierra Santa.

Doña Mencía tuvo que ceder a la imposición de su primo; pero gustaba tanto de la soledad, y era tan poco lo que le importaban los sucesos del mundo, que no quiso ver al cautivo que su primo le trajo, y le confió a Nuño, para que éste le vigilase, alojase y cuidase con esmero, como a persona principal, y según D. Diego quería.

D. TELL. ¡Pese a la loca villana! ¡Que por un villano amor No respete a su señor, De puro soberbia y vana! Pues no se canse en pensar Que se podrá resistir; Que la tengo de rendir O la tengo de matar. Vase y sale CELIO. CELIO. No si es vano temor, Señora, el que me ha engañado; A Nuño he visto en cuidado De huéspedes de valor.

Provino de todo ello un germen de disturbio que hubiera podido terminar en escándalo, si la prudencia de Nuño no le hubiera sofocado al nacer. Juan Moreno Güeto, uno de los cabos de la hueste, favorito de Nuño y aspirante a la mano de su hija Leonor, a quien requería de amores, era asimismo respetuoso y ferviente admirador de D.ª Mencía.

SANCHO. ¿En torre está todavía? PELAYO. No importa, que vendrá presto Quien le haga... SANCHO. Advierte, Pelayo... PELAYO. Olvidéme de los dedos. JUANA. Nuño viene. Sale NU

Palabra del Dia

rigoleto

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