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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Nuestra costurera, una tal Antonia Gutiérrez, que había tenido un desliz y cuyo hijo había muerto, fue nodriza de V. Después murió también la costurera, y yo arreglé de modo, con la venia de los parientes de la chica, que V. pasase por su hija, a fin de hacer la legitimación.
La nodriza de Pepita, hoy su ama de llaves, es, como dice mi padre, una buena pieza de arrugadillo: picotera, alegre y hábil como pocas. Se casó con el hijo del Maestro Cencias, y ha heredado del padre lo que el hijo no heredó: una portentosa facilidad para las artes y los oficios.
Sí; parece un niño o una niña que se queja, contestó la nodriza. Y debe ser muy cerca. Fortuna gruñó de un modo amenazador y se acercó más a su amo, con el pelo del lomo erizado y enseñando sus blancos colmillos. Calla, Fortuna, calla, le dijo Juanito, dándole una palmada en la cabeza y mirando al mismo tiempo a la niña mendiga que lloraba amargamente.
Si tiembla la roca á los embates del mar, sabe perfectamente que nada tiene que temer, que la que causa aquel ruido es su bondadosa nodriza. Encuéntrase mecido, le vence el sueño y dícela: Buenas noches. Conchas, nácar, perla. El esquino ha asentado el límite del genio defensivo.
La adquisición del agua costábales grandes esfuerzos en aquella altura. Su marido pasaba el día bajando y subiendo el cerro para llenar dos cubas en la fuente de la carretera. Después, la nodriza habló de la pésima marcha de sus negocios. Iban a perder los ahorros que su marido, el pobre músico, había hecho en el ejército.
Trabajaba, cortaba los árboles, cogía naranjas y arrancaba las ramas de los granados cuyos rojos frutos se abrían al sol. Por la mañana, corría con la escopeta al hombro para matar algunos zorzales o papafigos; por la noche, leía con su madre, que fue su profesor y la nodriza de su espíritu.
Los escrúpulos y preocupaciones de una educación recibida en una república del Pacífico la hacen protestar de los escándalos de esta muchacha, que nada tiene suyo, que física y moralmente pertenece al padre, y que mira con cierta superioridad, cual si fuese una nodriza o una criada vieja, a la mulatona que la llevó en el vientre... Y el padre se conmueve y abraza a Nélida. «¡Pobrecita!
Isabel de Borbón consiguió que su esposo oyese en conferencias privadas a su nodriza doña Ana de Guevara, a quien siempre mostró apreciar, al Conde de Castrillo y sobre todo a la duquesa de Mántua que, recién llegada de Portugal, le diría las causas verdaderas de la pérdida de aquel reino, dando estas entrevistas por resultado que al mes de Enero siguiente cuando se trató de escoger en Palacio servidumbre y cuarto para el Príncipe Baltasar Carlos, que ya era mozo, el Rey impuso enérgicamente su voluntad al privado: primero nombrando los criados que quiso, y en lo tocante al aposento diciendo: «¿Y por qué Conde no estará mejor en aquél que habitáis ahora vos, que es propio del primogénito del Rey y en el que estuvo mi padre y estuve yo cuando éramos príncipes?
Trajes de gala que datan de un matrimonio remoto; medias blancas con zapatos negros; collares de nodriza entre joyas valiosas... Son las compañeras de los germanos esparcidos por América; valerosas señoras que después de un viaje por Europa vuelven a fregar los platos de la estancia o de la tienda. Unas se quedan en el almacén de Buenos Aires.
Por la tienda de Cascos había pasado todo el romanticismo provinciano del año cuarenta al cincuenta. decía Bonifacio y decían todos los de su tiempo con una melopea pegajosa y simpática, algo parecida a canto de nodriza. Y decían también, esto con más energía: ¡Boabdil, Boabdil, levántate y despierta!... etc. Esta era la mejor y más sana parte de lo que se entendía por romanticismo.
Palabra del Dia
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