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Reales Lengua de vaca y codillo. 35 Tocino para las ollas. 125 Queso de Alentejo. 1.608 Azucar. 38 Arina. 112 Grajea. 210 Leche. 58 Bizcochos. 4 Manteca de Flandes para almorzar los ingleses. 180 Naranjas y limones. 46 Avellanas y almendras. 264 Atun. 14 Miel. 96 Anis preparado. 14 Melones. 2.380 Arenques. 614

Debía traerle naranjas y flores, ¡muchas flores! El trastorno mental de su crisis la hacía olvidar la penuria del amante. Maltrana no volvió. Transcurrieron varios días sin que el doctor lo encontrase por la mañana en las cercanías de San Carlos. Esta visita había bastado para darle cierta tranquilidad.

Sevilla había sido siempre para el símbolo de la luz, la ciudad del amor y la alegría. ¡Con cuánta más razón ahora, que iba hacia ella enamorado! Veíanse ya algunas huertas de naranjos, y entre sus ramajes de esmeralda percibíanse como globos de rubíes, según la expresión de un poeta arábigo, las naranjas que de puro maduras se derretían.

Es de esa Huerta fabulosa que van á todas las ciudades de Europa las deliciosas naranjas de finísima corteza. Parece una tonta exageracion; pero yo alcanzaba casi á tocar los racimos de naranjas, alargando el brazo desde el wagon del tren en que iba con la velocidad del rayo.

Micaela perdonó al «señor de Peña» esta transgresión de lo pactado, en gracia a su viaje y al regalo del ramo de naranjas; y desde aquel día, el enamorado, sin abusar de la tolerancia, continuó sus visitas. Juanito ya no sentía miedo al pensar lo que diría la mamá cuando conociese sus amores. Tenía el convencimiento de que ella lo sabía todo.

Al mismo tiempo que eso, el movimiento del oleaje conmoviendo la atmósfera a grandes distancias, ese acompasado murmullo que nos mece como en una barca invisible, el calor, el olor de las naranjas... ¡Ah, qué bien se podía dormir en el huerto de Barbicaglia! No obstante, en ocasiones, en el momento más grato de la siesta, despertábanme sobresaltado redobles de tambor.

Cuando enero se aproxima, sobre todo, los millares de naranjas esparcidas por las calles, todas esas cáscaras arrojadas en el barro del arroyo, hacen pensar en algún gigantesco árbol de Navidad que sacudiese sobre París sus ramas cuajadas de frutas artificiales. No hay rincón alguno donde no se vean.

Para conocer bien las naranjas es necesario verlas en los países que las producen: en las islas Baleares, en Cerdeña, en Córcega, en Argelia, entre el aire azul dorado, en la tibia atmósfera del Mediterráneo. Jamás olvidaré un bosquecillo de naranjos que vi a las puertas de Blidah. ¡Allí que estaban hermosas!

Además, príncipe, los extranjeros que vienen a España, tienen la preocupación de contar entre los goces que se proponen disfrutar, esto es, el buen clima, los toros, las naranjas y el bolero, las conquistas amorosas; y muchas veces se llevan chasco. ¡Cuántas quejas he oído yo de los que entraron como Césares y salieron como Daríos! Entre tanto, el barón se había acercado a las mesas y veía jugar.

LICOR DE NARANJA. Se tienen durante ocho días las cortezas peladas de cuatro naranjas grandes en un litro de aguardiente de Holanda y un pedazo de vainilla. Después de estos días, con una copa de agua y una libra de azúcar pilón se hace almíbar; cuando está frío se mezcla con el aguardiente y se filtra.