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Actualizado: 27 de julio de 2025
Cuando la galera logra ponerse en marcha, murmura en voz baja, como si hablara consigo mismo: «Si salgo del territorio de Santa Fe, no hay cuidado por lo demás.» En el paso del Río Tercero acuden los gauchos de la vecindad a ver al famoso Quiroga, y pasan la galera punto menos que a hombros.
Entonces, con las manos juntas murmura dulcemente: ¡La expiación! ¡La expiación!...
Y mientras sueña en cuerpos que se caen, se hieren, se desgarran, en un campo sembrado de cadáveres y de sangrientas charcas, vibra la llama estuosa de la siesta, pasa la brisa cálida, y murmura en sus notas el prefacio de algún idilio convertido en drama.
Mi querido inspector general comienza el hombre gordinflón, estoy contentísimo de verle otra vez... ¿Ha tenido usted buen viaje? Excelente, querido Voinchet... pero ¿cómo es eso, vas a tratarme de usted ahora, tú que eres mi más antiguo amigo? ¡Dios mío murmura Voinchet, creí que las conveniencias de la jerarquía!...
Alonso del Camino continuó: Se murmuraban en la antecámara muchas cosas. Allí siempre se murmura. Decían que don Francisco de Quevedo había venido á la corte y que había dado de estocadas á don Rodrigo Calderón. ¡Bah! siempre persiguen al bueno de don Francisco las acusaciones... ya sabéis que no ha sido Quevedo... ¿pero está en efecto en Madrid?
La de Aimont protesta... «¡Qué exigencia! murmura; es draconiano...» Y ella, ¿no se encuentra exigente? Nada de eso respondió Francisca con una burlona carcajada. Ella es natural que tenga las pretensiones que quiera, eso es permitido... Lo que no lo es, es que el caballero haga lo mismo. ¡Ah! respondí pensando en otra cosa.
Había obscurecido; podía aventurarme a eso; y me he despedido de todo. He ido hasta la tumba de mis padres, delante de la puerta de la iglesia... y también a la Corona, porque debía aún una miseria al dueño... ¿Y has olvidado el molino? Juan se muerde los labios, se retuerce el bigote y murmura: Ya iré. ¡Oh! ¡qué alegría tendrá Martín! exclama Franz Maas, rojo también por la emoción.
Un fraile dominico, con barba y sin tonsura, dormita a pocos pasos del féretro, sentado en un escaño. Rosa camina hacia él. El novicio abre entonces los ojos y murmura, como espantado: ¡Vive Dios! ¡Con ella soñaba, y la veía venir con ese sayal, con ese velo, con esas flores!
Apolonio y Belarmino... se abrazan en un abrazo callado, prieto, efusivo y fraternal. Nunca te he odiado; lo juro dice Apolonio, al cabo . Nunca te he odiado, aunque tú me despreciabas. Nunca te he despreciado murmura suavemente Belarmino. Es la primera vez que se hablan, y se tratan de tú con espontaneidad, porque en el misterio del pecho eran íntimos el uno del otro, desde hace muchos años.
Sin embargo, fué objeto en vida de grandes murmuraciones y se murmura mucho aún de su santa memoria. La justicia de la murmuración salta a la vista, teniendo en cuenta que ella, por abundante que sea, es siempre inferior al número de nuestros defectos. Con tener la murmuración ojos de lince, nunca los ve todos.
Palabra del Dia
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