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, escápate, escápate... murmuró . Ahora bien te escapas.... Ya bajarás la soberbia cuando yo te haga falta... ¿oyes, Amparo? Cuando necesitáis a la señora Pepa, venís como corderitos.... ¡Quién te verá aquel día!, ¿eh? Dios delante, señora Pepa contestó altiva y picada Amparo , otras la llamarán más pronto, señora. ¡, ... echar por la boca!

Por fin, un día se volvió desde la esquina y le hizo un nuevo saludo con la mano. "Vamos, he perdido la vergüenza", murmuró después poniéndose colorada. Y tan verdad era, que desde entonces no pasó otra vez sin hacer lo mismo. Pero aquella situación, aunque graciosa y original, iba pareciéndole pesada.

Levantose del sofá, la miró frente a frente, como para buscar en el abismo azul de sus ojos confirmación a sus palabras, y luego, alzándola y atrayéndola lentamente hacia , pegó los labios a la oreja encendida de su amada, y murmuró estas palabras: ¿Tanto me quieres?

2 Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; 3 y les decían los hijos de Israel: Deseamos que hubiéramos muerto por mano del SE

Un poco agarrado en cuanto al dinero, pero decente, pacífico, conciliador, incapaz de hacer daño a nadie... En fin, un cordero. ¡Un lobo! murmuró Elena al oído de Clara volviendo al mismo tiempo la cabeza atrás con susto. Barragán llegaba ya con el caballo del diestro. Reynoso ordenó al peón que allí venía que lo llevase a la cuadra, y emparejándose después con su amigo marcharon un poco delante.

Quiero que me mire usted todavía con alguna estimación, como siempre lo ha hecho murmuró, bañada en lágrimas, porque no me gusta pensar que haya descendido en su aprecio. Recuerde que soy una mujer... y los impulsos e indiscreciones de una mujer pueden perdonarse. Usted no ha perdido absolutamente nada de mi estimación, Mabel le aseguré.

Pues me ha dicho que si la señora quiere, naturalmente, se pondrá en la escalera cuando pase el Santísimo y tocará la marcha real...». El otro infeliz murmuró algo, con marcado acento extranjero, llevándose a la gorra la temblorosa mano. «¡Pero qué cosas se le ocurren a este hombre!

Y murmuró en voz baja: «¡Qué país!, ¡qué religión!» . Pero ¿podréis decirme añadió con aquella insoportable ironía, con aquella insolencia de que hacen uso los incrédulos, con los que creen y están de buena fe , podréis decirme por qué está colgado del techo un cocodrilo, en aquel corredor de la catedral, cerca del patio de los Naranjos, entrando por la puerta a la derecha de la Giralda? ¿Sirve también la catedral de museo de historia natural?

Juan Claudio me tomó, me dejó en este montón de paja... y aquí estoy. ¡Arre, Bruno! murmuró el doctor. Y luego respondió gravemente: Esta noche, señora Catalina, nos ha sucedido la mayor de las desgracias. No hay que culpar a Juan Claudio si, por la falta de otro, perdemos el fruto de nuestros sacrificios. ¿La falta de quién?

Yo estaba contenta, y mi fealdad, mi pequeñez y mi facha ridícula no me importaban, porque él no podía verme, y allá en sus tinieblas me tenía por bonita.... Pero después.... Después... murmuró Golfín traspasado de compasión . Ya veo que yo tengo la culpa de todo. La culpa no... porque usted ha hecho una buena obra.