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Actualizado: 7 de mayo de 2025
¡Víbora! murmuró Francisca entre dientes. ¡Oh! protestó la abuela, Petra es amiga de mi nieta y es encantadora. Y muy distinguida confirmó la de Aimont. Enteramente como es debido afirmó la de Dumais. ¡Ah! si Francisca se le pareciese... terminó dando un suspiro.
¡Cuánto sabes, Isidro! murmuró acariciándole con la mirada . Por eso te quiero tanto: porque dices cosas bonitas. Maltrana rió de la sencillez de la muchacha, sintiéndose halagado al mismo tiempo por su admiración. Casi se arrepintió de lo que llevaba dicho: eran tonterías; la hablaba como si fuese un compañero al que quisiera turbar con sus paradojas.
Ulises iba á llevarse el vaso á los labios, queriendo ocultar un principio de risa provocado por la gravedad de la imponente señora. Haz lo mismo que ellos murmuró Freya junto á su oído. Y los dos brindaron mudamente, con los ojos vueltos hacia el Norte.
Pues nosotros aceptamos dijo Francisca antes de que se lo preguntaran. Siempre encontraremos algunos amigos para hacer banda aparte, y será divertido... Y, sobre todo, muy fino para la dueña de la casa murmuró la abuela a la sordina. Me hace usted reflexionar dijo la de Aimont.
Al cabo de cinco minutos, Catalina abrió la puerta, y apareció junto con su marido en el jardín. ¡Vos aquí, Marta, a estas horas! dijo . ¿Os han obligado a salir del castillo antes que fuera de día? La viuda le echó los brazos al cuello, la atrajo a su pecho y le murmuró: ¡Catalina! ¡ah, Catalina! ¡Dios me ha dado la victoria!
Era un ángel murmuró Ballester, a quien, sin saber cómo, se le comunicaba algo de aquella exaltación. Era un ángel gritó Maxi dándose un fuerte puñetazo en la rodilla . ¡Y el miserable que me lo niegue o lo ponga en duda se verá conmigo...! ¡Y conmigo! repitió Segismundo, con igual calor . Lástima de mujer... ¡Si viviera! No, amigo, vivir no. La vida es una pesadilla... Más la quiero muerta...
Fue de suerte, que al bajarse en Irún y oír las primeras sílabas pronunciadas en idioma extraño, Lucía murmuró como con pena: ¿Pero qué? ¿Hemos llegado ya? A Francia, casi respondió Artegui ; pero aún nos falta un trecho regular hasta Bayona. Aquí se registran los equipajes: es la aduana de Irún.
«Hija de mi alma, ya te hemos perdonado» murmuró a manera de rezo, al dar los primeros pasos. En el centro había una mesa, sobre la cual dejó la señora la lámpara.
Ya, ya te entiendo. Te haces la humilde para disimular mejor tu soberbia... Todo te lo perdono; ya sabes que te quiero, que soy buena para ti... En fin, tú me conoces... ¿Qué dices? Nada, señora, no he dicho nada, ni tengo nada que decir murmuró Nina entre dos suspiros hondos . Quédese con Dios.
Pues bien, esta última noche, he pensado tanto en todo esto que he acabado por leer muy claramente en el fondo de su corazón. ¡Vaya!... murmuró la dama afectando tomarlo a broma. En ese caso, sería usted mucho más hábil que yo misma... ¿Y qué es lo que ha leído usted en mi corazón?
Palabra del Dia
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