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Actualizado: 8 de junio de 2025
Don Víctor siempre el mismo para su don Álvaro; seguían las confidencias acompañadas de cerveza... pero Ana jamás se presentaba. Si don Álvaro se atrevía a preguntar por ella, don Víctor fingía no oír, o mudaba de conversación; si el otro insistía, Quintanar suspiraba y encogiendo los hombros decía: ¡Déjela usted... estará rezando! ¡Rezando!... Pero tanto rezar puede matarla....
Una modista de California, que se llamaba propietaria, y se mudaba tres veces por dia, descollando por sus encajes, sus enormes dientes y sus amabilísimas muecas, se había empeñado en conquistar al Irlandes á todo trance; pero el buen viejo, que parecia entender mejor el verbo to drink, hecho para el paladar, que el to love, destinado á las honduras del corazon, le frunció las cejas de tal modo á la modista, que la infeliz, para vengarse de la altiva Irlanda, se resignó á coquetear con el jefe de ingenieros del vapor, jayan de la raza pura de John Bull.
Gustaba de albergarse en fementidas casas de huéspedes de los barrios del Sur; mudaba de domicilio con frecuencia, y por temporadas, en vez de tener domicilio fijo, pernoctaba en las casas de dormir y comía en las tabernas. El ejercicio de la vida independiente le dio cierto vigor de voluntad, que es propio de los vagos; aguzó su ingenio, precipitó su desarrollo intelectual.
Llegada la noche, inquietó a Barbarita la tardanza de Jacinta, y cuando la vio entrar fatigadísima, el vestido mojado y toda hecha una lástima, se encerró un instante con ella, mientras se mudaba, y le dijo con severidad: «Hija, pareces loca... Vaya por dónde te ha dado... por traerme nietos a casa... Esta tarde tuve la palabra en la boca para contarle a Baldomero tu calaverada; pero no me atreví... Ya debes suponer si la cosa me parece grave...».
Cuando se mudaba de cuarto, esta supremacía domiciliaria iba con ella a donde quiera que fuese. Si algo desairado o ridículo le ocurría, lo guardaba en secreto; pero si era cosa lisonjera, la publicaba poco menos que con repiques. Por esto cuando se corrió entre las familias amigas que el sietemesino se quería casar con una tarasca, no sabía la de los Pavos cómo arreglarse para quedar bien.
Su mayor confianza era conmigo; pero debo indicar aquí una circunstancia, que a todos llamará la atención, y es que aunque repetidas veces procuré sondear su ánimo en el asunto que más me interesaba, jamás pude conseguirlo. Hablábamos de amores, nombraba yo la casa y la familia de Inés, y él, volviéndose taciturno, mudaba la conversación.
Apartado Montaner del campo, Berenguer de Entenza muerto, y Fernan Jimenez huido quedó solo Rocafort absoluto señor y dueño de todo, y así mudaba á su gusto y antojo las determinaciones de todo el consejo.
Volvió a la calle porque la voz se le mudaba, que era para el caso como perderla; y con la edad de comenzar las pasiones a abrir sus yemas, coincidió la mayor pobreza de su vida, por lo que no fue extraño, o a él no se lo pareció, que por aquellos días sus expedientes para procurarse el sustento y lo demás que necesita un mozo suelto y sin escrúpulos, fuesen del todo incompatibles con los rigores de la ley civil y criminal; sin que esto quisiera decir que llegase a robar, al menos con violencia; sino que, recordando tradiciones familiares, inventó industrias alegres y vistosas, como juegos de feria, con moderada trampa, inocentes chascos, justo castigo de tontos avarientos y confiados necios, en que el provecho que a él, a Mingo, le quedaba entre las uñas, era apenas la necesaria retribución de su trabajo, que hubiera sido exigua cotejada con el riesgo y con el primor y gracia de las trazas inventadas.
Apretábase el seno hasta hacerse daño; subía el cuello de los vestidos contra las prescripciones de la moda; no se mudaba la camisa sino a oscuras, y cuando no tenía los guantes puestos jamás daba la mano a un hombre. La historia de su casamiento fue verdaderamente curiosa, llena de incidentes cómicos que se repitieron durante mucho tiempo por la ciudad.
Mi francés nos miraba a los dos alternativamente, mi sastre se reía; yo mudaba de colores, pero estoy seguro que mi amigo salió creyendo que en España todos los caballeros son sastres o todos los sastres son caballeros.
Palabra del Dia
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