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Actualizado: 5 de junio de 2025
¡Vamos, vamos! exclamó con bondad olímpica el diplomático . No he visto nada como Madrid para motes y chismecillos... Todos queriéndose mucho, todos juntos noche y día, y todos arrancándose a tiras el pellejo y poniéndose en ridículo en cuanto vuelven la espalda... ¡Miren el puritano, el caritativo!... Ami de la vertu, plutôt que vertueux! Pues ya tenías tiempo de haberte ido acostumbrando.
El resultado era un completo éxtasis, y al través de la explicación sobre las propiedades terapéuticas de las tinturas madres, veía a los alumnos militares en su estudio táctico de campo, como se puede ver un paisaje al través de una vidriera de colores. Los chicos de la clase de Botánica se entretenían en ponerse motes semejantes a las nomenclaturas de Linneo.
Decía usted que la niña.... ¡Soy cuerno! señor mío; y usted dispense. A mí no hay que ponerme motes. Aborrezco los sistemas. Lo que digo es que sólo creo en la bondad que da la naturaleza; a un árbol la salud ha de entrarle por las raíces... pues es lo mismo, el alma.... Y seguía filosofando para venir a parar en que Anita era la mejor muchacha de Vetusta.
Los amos de las barcas se calientan el caletre buscando un nombre bonito para pintarlo en la popa. Una la Purísima Concepción, otra Rosa del Mar, aquélla Los Dos Amigos; pero llega la gente con su manía de sacar motes, y se llaman La Pava, El Lorito, La Medio Rollo, y gracias que no las distingan con nombres menos decentes. Sólo con este apodo la conocen. Bien le interrumpí, pero ¿y El Socarrao?
Pero aún hoy persiste algo de tan bella ilusión; aún se ven zamacucos de cinco años, con un palo al hombro y una gorra de papel en la cabeza, que quieren ser Prim o ser O'Donnell. ¡Lástima grande que esto se acabe, y que los chicos que juegan al valor no puedan invocar otros nombres que los gárrulos motes de los toreros!
Las vecinas le encontraban algunas veces en las calles hablando con señoritos cuya presencia hacía reír a las mujeres, o con graves caballeros a los que la maledicencia daba motes femeniles. Unas temporadas vendía periódicos, y en las grandes fiestas de Semana Santa ofrecía a las señoras sentadas en la plaza de San Francisco bandejas de caramelos.
Esos mismos que en noviembre venden ruedos o zapatillas de orillo, en julio venden horchata, en verano son bañeros del Manzanares, en invierno cafeteros ambulantes; los que venden agua en agosto, vendían en carnaval cartas y garbanzos de pega y en navidades motes nuevos para damas y galanes.
A este le llamaban Muley Abbas. Y a ti Cuarto e kilo, por lo chica que eres. Poner motes es cosa fea. ¿Verdad, Almudenita? Las personas decentes se llaman por el santo bautismo, con sus nombres de cristiano. Y esta señora, ¿qué gracia tiene? Yo me llamo Benina. ¿Es usted de Toledo, por casualidad? No, señora: soy... dos leguas de Guadalajara.
Mientras tanto, Zarandilla acariciaba con ruidosas palmadas y motes grotescos a dos asnos garañones, grandes como caballos, huesudos, angulosos, como si fuesen esculpidos a hachazos; la cara roma, los ojos casi ocultos bajo una maraña de pelos y las orejas caídas. Dos bestias de fealdad monstruosa y fantástica, que parecían surgidas de una visión apocalíptica.
Muchos de los que allí se reunían eran sus parientes, algunos habían parlado y chanceado con ella en los locutorios de la Encarnación y de San José; otros, más ancianos, la conocieron muchacha, con harto amor a las galas y a los olores y poniendo motes a los galanes.
Palabra del Dia
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