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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Uno que era casi un niño se atrevió a mirar por encima de la borda, apreciando con ojos de espanto la distancia enorme que se extendía entre el buque y la costa. ¡Yo no quiero!... ¡No quiero morir!... ¡Yo quiero ir a Buenos Aires! ¡Madre!... ¡Mamita!... Y se echó al suelo gimiendo, agitando las piernas para repeler a los que se acercasen.

Que aunque el hado feroz su muerte ordene, El modo no ha de ser á tu contento, Que muchas muertes el morir contiene. Turbóse en esto el liquido elemento, De nuevo renovóse la tormenta, Sopló mas vivo y mas apriesa el viento. La hambrienta mesnada, y no sedienta, Se rinde al uracan recien venido, Y por mas no penar muere contenta.

Y también antes de morir vio perpetuada la dinastía de los Brull con el nacimiento de su nieto Rafael, producto de los encuentros conyugales instintivos e insípidos de un matrimonio al que sólo unía la costumbre y el deseo de dominación. El viejo Brull murió como un santo.

Cuando están cerca del caimán y abre éste la boca para engullirle, el cazador introduce el brazo armado con el palo, cuidando de que los extremos afilados se apoyen cada uno en una mandíbula, impidiendo de este modo que pueda cerrarla, y en esta forma le hacen morir ahogado.

Los nuestros, pues, á quienes la sotana de la Compañía hacía dignos de peor tratamiento en el juicio de los herejes, fueron de ellos muy maltratados, quitándoles á todos su ropa y lo demás, y echándolos en el lugar peor y más desacomodado de las naves, con sólo el mantenimiento preciso para no morir.

Llegaba a las nueve de la noche indefectiblemente, tomaba Le Figaro, después The Times, que colocaba encima, se ponía las gafas de oro y arrullado por cierto silbido tenue de los mecheros del gas, se quedaba dulcemente dormido sobre el primer periódico del mundo. Era un derecho que nadie le disputaba. Poco después de morir este señor, de apoplejía, sobre The Times, se averiguó que no sabía inglés.

Estaban divididos los cordobeses en cesarianos y pompeyanos: los pompeyanos querian morir bajo las ruinas de la ciudad antes que entregarse á César; los cesarianos conspiraban sin tregua contra los pompeyanos; rompieron en un momento dado los dos bandos; y perecieron no solo los principales cesarianos, sino hasta sus hogares y sus hijos.

Porque lo garanticé desde el principio como si hubiéramos hablado de esto y tuviera autoridad de usted para su oferta. ¿No me la da su vida y nuestra amistad? Le saluda la casa y quiero que me quiera por haber tenido esta certeza de usted, no en la hora de la gloria, sino en la del sacrificio. Yo voy a morir, si es que en queda ya mucho de vivo. Me matarán de bala, o de maldades.

En Méjico nunca faltan hombres para pelear y morir. Hay siempre más que fusiles. Pero, en realidad, eran simples riñas de grupo á grupo, dejando á la iniciativa de cada pelotón la marcha del combate. Tiraban y tiraban hasta agotar las municiones, sin hacer uso jamás del arma blanca. Ninguno tenía bayoneta.

Y después mirando a Pablo con severidad le dijo: Retírese usted. Morir... morirse así sin causa alguna.... Esto no puede ser exclamó Florentina con angustia, poniendo la mano sobre la frente de la Nela . ¡María!... ¡Marianela!

Palabra del Dia

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