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Actualizado: 10 de mayo de 2025
¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo! La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El hombre tragó uno tras otro dos vasos, pero no sintió nada en la garganta. Bueno; esto se pone feo murmuró entonces, mirando su pie lívido y ya con lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del pañuelo, la carne desbordaba como una monstruosa morcilla.
Mi prurito de perderme en el Uno, absorbente, impersonal, que todo lo tiene en sí y nada tiene, es la más monstruosa perversión del espíritu. Es no saber vivir y gozar en el seno de este vario y bello Universo. Es crear un misticismo contrario al amor. Mi misticismo reconcentra el alma: el amor la difunde.
Pampa se había quedado dormida, acurrucada en el umbral. Envuelta su monstruosa cabeza en el refajo de bayeta amarilla, que había levantado por detrás al sentarse; un pie montado sobre el otro, como para prestarse mutuo calor, calzados ambos en gruesos zapatos claveteados; las manos debajo del delantal blanco, dormía sobre la dura piedra, como sobre un cómodo colchón de muelles. ¡Pobre Pampa!
Menciona asimismo el referido diario arcos turquescos que disparaban flechas, á diferencia de las ballestas, con que se lanzaban jaras. Como el Almirante se sirvió de lanza para matar la monstruosa iguana cuya piel mostró á la vuelta, en España, como cosa rara, hay evidencia, que no fuera necesaria, de que con lanzas y espadas muy cortantes combatía la mayor parte de la gente.
Y se dejó caer sobre el parapeto del camino, exclamando: ¡Alma! ¡Alma! ¡Alma!... Su desesperación palpitaba sordamente bajo la fe que despertaba en su interior esta invocación. No quería ni podía resignarse a la monstruosa realidad, y un ímpetu violento de iracundo desdén le sublevaba.
Esta sagacidad y este conocimiento del corazón humano llegaban en Salabert a pecar de excesivos; esto es, se pasaba de listo en ocasiones. En su trato con los hombres, mirándoles siempre del lado de los intereses materiales, había llegado a formarse tan triste idea de ellos, que resultaba monstruosa y le expuso a serios percances.
Sin duda este drama merece algunas censuras sensatas, porque no sólo lleva impreso el sello de la fe monstruosa, que dominaba en su tiempo, ofreciendo también algunos flacos á la crítica, que se ajusta en su juicio á la moral, sino también contiene algunas faltas por lo que respecta á la composición; y, sin embargo, aun cuando nos cause extrañeza su pensamiento fundamental; aun cuando haya algo, en su desempeño, que choque con nuestras ideas artísticas, así en su conjunto como en muchos de sus detalles, revela tanto talento y tanto genio en el autor, que no podemos menos de admirarlo.
La pena debe ser apreciada, no por lo que es en sí, sino por el daño que causa al paciente y la impresion con que le afecta; pues de otro modo desaparecerian los dos fines del castigo: la expiacion y el escarmiento. Luego, una misma pena aplicada á criminales de clases diferentes, no tiene la igualdad sino en el nombre, entrañando una desigualdad monstruosa.
Hízosele por la tarde su entierro, y luego aquella noche vino á llamar á la puerta de la casa de su padre, y llamó á su marido, diciéndole: Ábreme, ¿no me conoces? Yo soy Isabel. Levantóse despavorido y asustado el marido, y abriendo la puerta la vió tan monstruosa que se quedó pasmado de asombro y espanto.
En el rostro de esta efigie, alta toda ella de poco más de veinte centímetros, se diría que Alvarez ha procurado reproducir el júbilo orgulloso del Apolo de Belvedere, después de haber dado muerte con sus flechas a la serpiente monstruosa, si bien la humildad cristiana refrena el orgullo y calma el júbilo del Santo con la consideración de que él no ha vencido por su mérito propio, sino por la gracia y el favor del cielo.
Palabra del Dia
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