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Actualizado: 27 de mayo de 2025


El pensamiento, recorriendo todas las caras del tema, iba de las cosas más sutiles a las más triviales. «Me tengo que hacer una falda enteramente igual a la que llevaba ella... lo mismito, con aquel tableado; y si encontrara tela igual... La verdad es que tiene la mona un aire de señorío y de... de... ¿de qué?, de majestad, ... ¡Bah!, esto es idea, idea nada más de los que la miran, porque con aquello de que es ángel... A saber si lo es realmente, que las apariencias engañan...».

Había también un descomunal montón de recortes de paño, alfombras viejas, orillos de lana y pieles de conejos. Aquella era la cama de matrimonio y en ella se tumbó el Guarro, echando las piernas a lo alto como quien se regodea con el descanso bien ganado. La Mona se le quedó mirando embelesada, llenos los ojos de pasión como una bestia enamorada.

Nélida le cedía a perpetuidad el loro y la mona regalados por Ojeda, y esta merced generosa había acabado de extinguir sus antiguos rencores. Ocupado en sus caricias a estos compañeros, no se acordaba de nada. El padre y su montaraz primogénito habían pasado varias horas en la noche anterior y en esta mañana hablando de negocios.

El piso temblaba como si pasara un carro. Nazaria llegó a una mesa y cogió un objeto voluminoso que encima de ella había. ¿Qué era aquello? Era una urna de madera y cristal, alta de tres cuartas. Dentro de ella había una virgen de los Dolores, y encima un toro de yeso, dos toreros, un niño Jesús, una enormísima moña.

Don Álvaro sudaba de congoja. Don Víctor se le colgaba del brazo, levantaba los ojos al cielo y se divertía en encontrar parecidos entre los nubarrones de la noche y las formas más vulgares de la tierra. «Mire usted, mire usted, aquel cúmulus es lo mismo que Ripamilán; figúreselo usted con la teja en la mano.... »Aquel cirrus negro parece la moña de un torero...».

Por aquí pasó.... ¡Qué preciosidad! No he visto cosa más mona en la vida.... A ver cuándo el señor duque le compra otra pareja así dijo Petra mirando con el rabillo del ojo al banquero, mientras ataba las cintas de la bata a su ama. ¡Ps! exclamó ésta alzando los hombros con desdén . No me ha dado nunca por guiar. Es oficio de los cocheros.

Verdad es que, en cambio, la naturaleza es menos dúctil ahora, y la hotentota, aunque se friegue y se adobe más que las que iban a presentarse a Asuero, hotentota permanece; de donde, sin duda, el refrán que dice: «Aunque la mona se vista de seda mona se quedaDejemos, no obstante, refranes y digresiones a un lado, y prosigamos nuestro cuento.

Parece que se ríe mirándonos, porque también tiene ojos; y más allá hay una con joroba, y otra que fuma en pipa, y dos que se están tirando de los pelos, y una que bosteza, y otra que duerme la mona, y otra que está boca abajo sosteniendo con los pies una catedral, y otra que empieza en guitarra y acaba en cabeza de perro, con una cafetera por gorro.

Si el lenguaje y el estilo no fuesen claros y hasta cierto punto elegantes, pudiera ocurrirnos algo parecido a lo que ocurrió a la mona que trató de comerse la nuez verde y que la arrojó con desdén o con rabia al probar la amargura de la cáscara, sin llegar a comerse el sabroso fruto que dentro se escondía.

Graves consecuencias hubiera tenido el golpazo para nuestro exnovicio, á no haberlo dado de lleno en la panza del malhadado pintor, que seguía durmiendo la mona en su rincón, ajeno á cuanto en la venta ocurría.

Palabra del Dia

hociquea

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