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Actualizado: 29 de julio de 2025
Eran las nueve de la noche al notar la anterior bajada, enormísima al tener en cuenta las latitudes en que se verificaba. La luna salía á las diez menos cuarto. Tal situación no podía prolongarse. El estado en que se encontraba el barco admitía pocas horas de esperanza. La influencia de la luna había de resolver la situación.
El alma no puede menos de formar una idea muy grande, muy atrevida, muy gigantesca, una idea casi maravillosa, casi fantástica, del hombre que con ese monton de mármoles da las gracias á sus compañeros de lucha, de triunfo y de gloria; porque esa enormísima y espléndida pirámide no es otra cosa que las gracias que da un general á sus fieles y valientes soldados.
En efecto, sus hijas se habían casado y nadie se las había devuelto quejándose de lesión enormísima. Si había habido algo, serían niñerías. Y la otra había muerto porque Dios había querido. Una tisis, la enfermedad de moda. Cuando se había tratado de sus hijas, al notar algún síntoma de peligro, siempre había puesto con franqueza y maestría el oportuno remedio, sin escándalo, pero sin rodeos.
El piso temblaba como si pasara un carro. Nazaria llegó a una mesa y cogió un objeto voluminoso que encima de ella había. ¿Qué era aquello? Era una urna de madera y cristal, alta de tres cuartas. Dentro de ella había una virgen de los Dolores, y encima un toro de yeso, dos toreros, un niño Jesús, una enormísima moña.
Acabaron muchas dinastías, se hundieron muchos tronos; Italia logró al fin su unidad, en balde deseada durante trece o catorce siglos; se deshizo la confederación germánica; Austria perdió la hegemonía; Prusia, vencedora, se puso al frente de casi todos los pueblos germánicos; y por último, en tremenda lucha con Francia, Prusia la venció y la desmembró, apoderándose de algunas de sus hermosas ciudades y de parte de su fértil territorio y obligándola, desde su misma capital, de que se había apoderado, a pagar suma enormísima por su rescate.
Y de la enormísima cantidad de sal que Clarín ha derramado en las páginas de La Regenta da fe la tenacidad con que a ellas se agarran los lectores, sin cansancio en el largo camino desde el primero al último capítulo.
Palabra del Dia
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