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Actualizado: 27 de junio de 2025
¿En este? dijo la mona, bailando el zapateado en el limpia-barros del cuarto de la izquierda. Porque todos los pisotones de menos que le demos al nuestro, eso vamos ganando. ¿Sabe, señora, sabe?... agregó Papitos, que a pesar de venir sofocada de tanto correr, seguía bailoteando en el felpudo ajeno . ¿No sabe lo que hay allí?
«¡Qué mona está Isabelita!» dijo Cándida a Milagros; y a poco de decirlo, se dirigió hacia Columnas, dejando sola con su acerba pena a mi señora la marquesa. Esta oyó el gorjear de los pequeños, la voz de la mamá riñéndoles por su impaciencia y el chasquido de los besos que Cándida les daba.
Belarmino miraba con gesto exculpatorio a sus amigos, como diciendo: «Perdono; es una mujer inferior». Antes de salir, Xuantipa apostrofó a los que quedaban: Pillos, que tomáis a este babayo de mona para reírvos. Según bajaban las escaleras, Belarmino bisbiseaba, como si hablase consigo mismo: Y esto un día, y otro día, y otro día....
Empezaré a acostumbrarme por la mona Jenny... La mona Jenny aceptará la vicepresidencia. ¿Crees tú?... Lo espero... Le tengo reservado otro papel de grande importancia que le hará olvidar lo secundario de este.
Jacinta era de estatura mediana, con más gracia que belleza, lo que se llama en lenguaje corriente una mujer mona. Su tez finísima y sus ojos que despedían alegría y sentimiento componían un rostro sumamente agradable. Y hablando, sus atractivos eran mayores que cuando estaba callada, a causa de la movilidad de su rostro y de la expresión variadísima que sabía poner en él.
En esto vio que la mona volvía... Verla y cegarse fue todo uno. No podía darse cuenta de lo que le pasó. Obedecía a un empuje superior a su voluntad, cuando se lanzó hacia ella con la rapidez y el salto de un perro de presa. Juntáronse, chocando en mitad del angosto pasillo.
Siempre llega tarde, y como de mala gana. ¡Oh!, yo le conozco bien las mañas: me le sé de memoria. Nada, que quiere echarme al agua otra vez, lo veo, lo estoy viendo. Hoy se lo dije claro, y no me contestó nada. Entonces tenemos a la mona del Cielo de enhorabuena. ¡Ah!, no... Me parece que ahora la veleta marca para otro lado. Me está faltando con alguna que ni su mujer ni yo conocemos.
Pasaba revista a los cuadros, se detenía ante el tocador, abría los frascos, palpaba las cortinas y hasta entraba en la alcoba para ver la cama, dejando escapar exclamaciones de asombro por lo bien arreglado que estaba todo y especialmente por el lustre particular de los muebles. ¡Qué cuarto tan lindo tienes, chica!... Parece una taza de plata... ¡Qué camita tan blanda y tan mona!
Escucha, dije muy aprisa á mi mujer, de manera que el mozo, que ya volvia, no pudiese oirme. No muestres maravilla delante del garçon, por nada de lo que aquí veas, aunque sea un elefante vestido de mona. Si él conoce que esto nos asombra, se lo dirá al amo, y el amo nos planta en la cuenta diez ó doce francos por el asombro.
Es mona por una parte de suyo imitadora; vive de remedo. Mira al amo de hito en hito: ¿hace éste un gesto? miradle reproducido como en un espejo en la fisonomía del ministerial. ¿Se levanta el amo? La mona al punto monta a caballo. ¿Se sienta el amo? ¡Abajo la mona! Es papagayo por otra parte; palabra soltada por el que le enseña, palabra repetida.
Palabra del Dia
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