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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Vi primero el pueblo de Badillo, miserable como casi todos los de las orillas del bajo Magdalena; despues el caserío lamentable de Las-Pailas, donde el sol devora y las serpientes abundan como las hormigas; mas abajo la Bodega del vecino distrito de Puerto-nacional, el sitio mas ardiente de todo el Magdalena, y por último, para completar el cuadro del dia, la aldea de Regidor, donde nos esperaba una singular escena de costumbres nacionales y de contrastes en extremo románticos.
Lo lento del paso de la condesa, consistía en que iba abismada en profundas cavilaciones. Me he visto obligada pensaba á inventar lo de los jardines de Balsaín, y á calumniar á la reina para procurarme una venganza segura contra el miserable don Rodrigo.
¿Pues quién sois entonces? exclamó con espanto doña Ana, á quien parecieron enérgicamente verdaderas las palabras del duque. Yo dijo Lerma reponiéndose, pero torpemente soy... un caballero que os ama. ¡Ah! exclamó con acento rugiente doña Ana ¡me ha engañado ese miserable Montiño! Pero yo sabré quién sois.
Sí, ¡ya! ¡ya! y por eso hablo yo: porque estas cosas, en tiempo. ¿Te acuerdas de la Brigadiera? ¿Te acuerdas de lo que me dio que hacer aquella miserable calumnia por ser tú noble y confiadote?... Fermo, te lo he dicho mil veces; no basta la virtud, es necesario saber aparentarla. Yo desprecio la calumnia, madre. Yo no, hijo. ¿No ve usted cómo a pesar de sus dicharachos yo los piso a todos?
Nunca he visto una figura más horrible que la de Yégof en aquel momento; mas al ver que, por segunda vez, la gente iba a arrojarse sobre él, me vi obligada a defenderle. Es un loco les dije ; ¿no os da vergüenza creer en las palabras de un loco? Por mi mediación, los hombres se detuvieron; pero yo no pude cerrar un ojo en toda la noche. Recordaba a cada momento lo que aquel miserable había dicho.
¡Mienten!... Son ellos... que se empeñan en convencerme de que soy un sinvergüenza y un miserable y qué sé yo... Les habrá entendido mal, don Melchor.
De todos modos, soy bien miserable al deciros tales cosas; siempre hay tiempo para aprender. ¿Por qué me lo decís? preguntó Juana, que durante aquel extraño discurso había recobrado alguna calma. ¿Acaso lo sé yo? dijo la señora de Hermany . ¡Ah! ¡gracias a Dios ya llueve!
Si yo fuera ateo, si fuera un hombre desprovisto de conciencia, un miserable con instintos groseros y brutales, ya habría hallado la paz hace tiempo: mejor dicho, nunca la habría perdido.
Estuvo éste tan lejos de sentirse de aquel desmán de su discípulo, que antes, alegrándose sumamente, le dió muchos abrazos y agradecimientos á su injuriador, de lo cual él no poco se compungió, y fué en adelante perpetuo panegirista de sus virtudes. El vestido que usaba era tan vil y despreciable, y la sotana tan pobre y remendada, que el mendigo más miserable no pudiera vestir más pobremente.
El reciente tertuliano rindió pleito homenaje a la planchadora, y comenzó a visitarla con asiduidad. ¡Ah miserable Miguel! En un instante perdió hasta las pocas migajas de favor que le quedaban. El chico gordo quedó alzado sobre el pavés a los pocos días y proclamado favorito exclusivo, dueño absoluto del cuarto de la plancha y sus alrededores.
Palabra del Dia
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