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Actualizado: 24 de mayo de 2025
No dormía; no comía. Coma algo, siquiera un huevo pasado por agua le decía Telva, la sirvienta . Mire que ya está demasiado flaca, y si no come, los huesos le agujerearán la piel. Ojalá me la agujereen como criba y el alma se me salga como trigo pasado. ¿Para qué quiero el alma en el cuerpo? ¿Para qué me ha servido? ¿Quién ha querido comprarla, como buena simiente?
Entonces, cuando la concurrencia era mucha y no alcanzaba la gente de mostrador adentro a servirla al punto, se alzaba ella poco a poco de su silla y despachaba también, con una mano sobre lo pedido, como garra de león sobre la carne palpitante, cuando hay quien le mire, y en la otra la calceta, hasta que veía en el mostrador, y bien contado con los ojos, el dinero que valía la droga aprisionada.
¿Qué historia? dijo. La otra, cuando yo vivía a su lado... le hice notar con suficiente claridad. Nada... absolutamente nada. Veamos; míreme un instante... No, ni aunque lo mire... me lanzó en una carcajada.
Oigamos á la Dorotea, que aún no ha concluído : Sospeché que aquella Margarita, que citaba misteriosamente á don Rodrigo, era la reina, y como no me atrevía á quedarme con una sola de las cartas, las miré, las remiré, hasta que fijé en mi memoria la forma de las letras de aquellas cartas, de modo que estaba segura de no engañarme si veía otro escrito indudable de la reina.
Mire, mi niñita: no le traigo de esos jazminotes blancos, porque los de acá huelen muy fuerte; pero aquí le pongo, en este vaso azul, esos jazmines de San Juan, que acá se dan todo el año y huelen muy bien de noche.
Sin embargo, halle el hombre más indiferente una cruz humilde en medio de un desierto, en el silencio de la soledad; mire aquella cruz que le está diciendo que allí descansan las cenizas de un hermano suyo, como sus cenizas descansarán mañana en otra parte, y el hombre se destoca, palidece ó reza.
Las niñas no hablan de otra, cosa, niño, y todos los días se llenan de amigas que la felicitan ¡y es un ir a las tiendas!... ¡Mire que da trabajo un casamiento!... ¡Cuénteselo a don Ricardo, amigo! dijo Baldomero riéndose. ¿Y por qué a mí?... Más cerca lo tiene a Melchor.
-Eso está claro -respondió Sancho-, pero mire vuestra merced que la escoja hacia la marina, porque, si no me contentare la vivienda, pueda embarcar mis negros vasallos y hacer dellos lo que ya he dicho.
Llegaron a él muertos de risa y llenos de piedad todos, diciéndole: Señor Licenciado, vuelva en sí y mire si quiere beber o comer algo para este desmayo.
¿Es posible? ¿Conque no hay Fígaro? ¡Oh! ¡Habrá Fígaro, habrá Fígaro! Venceremos las dificultades... ¡Ah! se me olvidaba: ¡Papel! A una fábrica, a otra, a otra... Este es chico, este caro, este grande, este moreno, este con demasiada cola... Mire usted, como usted lo quiere no lo hay me dicen por fin . Es preciso mandarlo hacer. Pues lo mando hacer: para dentro de ocho días.
Palabra del Dia
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