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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Tengo... tengo... mire V., yo siempre digo que tengo catorce, pero la verdad es que no tengo más que trece y dos meses... ¿y V.? ¡Una atrocidad! No me lo pregunte usted, que me da vergüenza. ¡Ah qué presumido! ¡Si yo le he de querer lo mismo que tenga muchos que pocos!
Mírelo aquí... No le rematé los hilos de las costuras, porque, mi verdad, una mortaja tampoco requiere aquel cuidado que una falda para ir al baile. ¡Doña Monchiña de mi vida, mire qué guapa le va esta esterilla dorada! Doña Moncha aprueba con un gesto.
Me ha dao de repente en el corasón que a ese escribano le va a pasar argo antes de las elecsione... Es un presentimiento... vamos... y mire usté, cuando yo he tenío alguno casi siempre se ha realisao.
Me parece que se ha quedado usted así..., muy cabizbajo y muy triste... supongo que será por... lo de antes.... Mire usted, si ha de estar usted tan afligido... creo que prefiero que usted se vaya, sí, señor. No estoy afligido, estoy... como suelo. ¡Ah!, como usted apenas me conoce, le cogerá de nuevo mi modo de ser.
Antes que las ramas y plantas que lo cubran hayan retoñado, Pablo la habrá olvidado y antes de que las hojas tengan tiempo de marchitarse otra vez, habrá vuelto al Pavol y... Sonrió expresivamente, y se marchó sin terminar su frase. Yo le miré alejarse sorprendida, pensando que son muy originales los tíos que predicen el porvenir con tanto aplomo.
Señorita..., a don Máximo Juncal, que no piensa más que en política, todo se le vuelve hablar de eso; pero mire usted, en cada tiempo hay su legua de mal camino.... Bastantes barbaridades hacen hoy en día, y la religión anda perdida desde estas grescas.
El catedrático se preocupaba ahora de los misterios del azar, y Spadoni estaba convencido de que encontraría algo mejor que todo lo que llevaban inventado los simples jugadores. Pero su esperanza se desvaneció ante el gesto desalentado de Novoa. Mire usted esta baraja: unos cuantos pedazos de cartón, ¡y sin embargo, resulta inmensa como el universo!
Si alguna locura he hecho en mi vida, ella ha sido la consejera... Es la juventud que renace en nosotros; la locura que nos hace la visita anual... ¡Y yo, fiel siempre a ella; adorándola; aguardando su llegada cerca de un año en este rincón para verla aparecer con su mejor traje, coronada de azahar como una virgen, una virgen malvada que paga mi cariño con golpes!... Mire usted cómo me ha puesto.
¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza. -Aquellos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. -Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
Si encuentra usted algún día por ahí a las personas que en aquella pasada vida la arrastraron a la perdición, figúrese que son fantasmas, sombras, así como suena, y no las mire siquiera». Por fin, encomendole la devoción de la Santísima Virgen, como un ejercicio saludable del espíritu y una predisposición a las buenas acciones.
Palabra del Dia
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