Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 15 de octubre de 2025
Doña Lupe, hágame el favor de traerle la ropita, porque no está bien que salga a la calle con esa facha. ¿Pero a dónde le va usted a llevar? Déjeme usted a mí, señá ministra. Yo me entiendo. ¿Teme que le robe esta alhaja? Mi ropa, tía, mi ropa dijo Maxi tan animado como en sus mejores tiempos, y sin ninguna apariencia de trastorno mental.
Y para el alma pura o ápice del alma para la suprema porción de entendimiento y del afecto, porción toda espiritual y divina, simple inteligencia o mente, había estado doña Inés sin ministra durante largos años, hasta que por último la había hallado o la había creído hallar en Juanita la Larga, a quien tan injustamente despreció y odió de oídas y al verla por vez primera.
Para cada uno de estos poderes se había buscado doña Inés un ministro, o si se quiere, una ministra. Para su alma sensual, que entendía y se empleaba en las cosas y negocios corpóreos y vulgares, tenía a Crispina, que la ponía al corriente de todos los sucesos del lugar sin elevación ni trascendencia.
Ana disimulaba mal la impresión viva y profunda que le causaron las palabras de su amiga. «Don Álvaro había vencido la virtud de la ministra, había sido su amante todo el verano en Palomares... y después se había burlado de ella, no había querido seguirla a Madrid». Esta era en resumen la historia.
Y eso que esta tiene fama de virtuosa, ¡uf! ¡yo lo creo!... La virtuosísima señora ministra de Gracia y salero... ¡pero, señor, cómo demonches se llama ese tipo de ministro!...
«Además, quería él prepararse para la campaña. Estaba debilucho. Aquel verano en Palomares había hecho una especie de bancarrota de salud. La señora ministra había amado mucho. Estas exageraciones de las mujeres vencidas siempre estaban en razón directa del cuadrado de las distancias. Es decir, que cuanto más lejos estaba una mujer del vicio, más exagerada era cuando llegaba a caer.
«Yo no sé lo que es, amiga mía; pero la ministra, de unos días a esta parte me ha preguntado como unas seis veces si la había visto a usted... 'Yo no voy me dijo ; pero hay que mirar algo por ella, y no abandonarla como a un perro'. Por esto me decidí a venir, y ahora me alegro, porque veo que usted me ha recibido, y que continuaremos siendo buenos amigos. Quedamos en que vendrá Quevedo.
¡Yo, ministra! exclamó . ¡Y tendré coches, y los lacayos se me quitarán la chistera con galones dorados, y mi tío el Federal se quedará con un palmo de boca abierta cuando pase en carretela por la Puerta del Sol, frente a su oficina!... ¡Y tú irás a Palacio y te tratarás con las grandes damas, y...! El rostro de Feli pareció entenebrecerse.
«¿Qué cosa mejor que aquella pasión ideal, aquel afán por una buena obra, aquella abnegación, a que se proponía entregarse, para combatir la tentación cada vez más temible del recuerdo de Mesía, que estaba en Palomares enamorado de la ministra?». De Pas ya no sabía dónde iba a parar aquello.
Sí; preparémonos, porque estas cosas unas veces se presentan bien y otras mal. No le faltará a usted nada. ¡Qué caramba! Hay que afrontar las situaciones, y... ¡Oh!, ¡qué cabeza ésta! ¿Pues no se me olvidaba lo mejor? La ministra me ha dado para usted este paquetito de dinero. Por fuera está escrita la cantidad: mil doscientos cincuenta y dos reales.
Palabra del Dia
Otros Mirando