Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 16 de junio de 2025


Pepe, Leocadia y la madre callaban, sintiendo que se hablara de aquello, porque don José en tales casos acababa poniéndose de un humor de todos los diablos; pero Millán, que desde tiempo atrás tenía deseos de saber la historia del caso, fue poco a poco obligando al viejo a que la contara. Ese don Tadeo estaría entregado a gente de iglesia...

La botella de Rueda estaba destinada a don José, que daría un par de copas a Millán. Los demás acordaron decir que el vino blanco les irritaba mucho. De allí a poco no quedó del besugo sino la raspa; de la ensalada, ni una hoja. Vaya a la salud de esas piernas decía Millán, apurando un trago y mirando de reojo a Leocadia. ¡No volverán a correr como corrieron!

Millán, interrumpiéndole, se aproximó a la mesa y comenzó a dar conversación a don José, por esquivar las bromas de su amigo: Sabrá Vd. que las partidas de Gerona se han disuelto... Lo grave es que por el Baztán han entrado dos jefes con cien hombres, y que unidos a otra partida, cerca de Estella, andan ya por las inmediaciones de Pamplona.

La displicencia con que Millán y Leocadia comenzaron a mirarse, perdió con esto importancia a los ojos de Pepe: su verdadera preocupación fue la conducta de Tirso, y llegó a disgustarse tanto, que su amada Paz lo echó de ver en seguida.

Ni preguntó cómo seguía papá, ni qué medicinas tomaba; en fin, nada. Añade Millán que ha enflaquecido mucho y que está muy desmejorada. ¡Pobre madre mía!

Admitió de buen grado el amor de Millán, al tiempo que éste cursaba con Pepe la carrera; mas el ver que su novio tuvo que abandonar los libros y dedicarse a un oficio, fue para ella contrariedad grandísima.

Tirso tuvo miedo, no al hombre, al escándalo, y sin desplegar los labios siguió a Millán con la vista, hasta que se cerró tras él la puerta. Pepe aguardó el resultado de la entrevista en un cafetín de las afueras cercano al convento.

Tablas, que había dado ya algunos pasos hacia San Millán se detuvo, mientras el guipuzcoano, estrechando con el más vivo afecto la mano de su amigo, lo dijo estas palabras: Mañana... y quien dice mañana dice el mes que viene o el año que viene... estarás conmigo en la Isabelina.

Calló Millán un instante, como dudando si decidirse a hablar, y viendo reflejada la impaciencia en el rostro de Pepe, continuó de este modo: Me parece que no vuelvo a poner los pies en tu casa, al menos por ahora. ¿Por qué, si allí nadie te ha ofendido? Vamos por partes. No es nueva para la noticia de que yo quiero a tu hermana. Y que mis padres y yo nunca lo hemos llevado a mal.

Como antes hicieron doña Manuela y Leocadia, Pepe y Millán fueron empujando la butaca desde el comedor al gabinete en cuya alcoba dormía don José; Leocadia se quedó doblando el mantel y las servilletas.

Palabra del Dia

irrascible

Otros Mirando