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Actualizado: 14 de junio de 2025


Maestros de curar lamparones y quebraduras fueron Carlos de Villafranca y Pedro Rodríguez, los cuales obligáronse á curar á Francisca, criada de Nicolás Durango, por escritura de Miércoles 12 de Agosto de 1489 .

Pues son... deben de ser... Entonces el caballero de la camisa limpia soltó el periódico y sin mirar a la joven preguntó: ¿Qué día fue eso? El veinte pasado: miércoles, a las dos contestó ella tristemente. Pues poca duda cabe repuso el caballero lunes, uno; martes, dos; miércoles... dos días y medio, que a cuatro cincuenta de jornal... son once pesetas con veinticinco céntimos.

Desde el lunes, 22 de septiembre, estoy aquí completamente sola; he venido para presenciar nuestra pobre vendimia. Alfonso, Mariana, su madre y Julia, partieron el miércoles 17 para Montculot, en donde les han hecho un recibimiento como a los antiguos señores de otros tiempos. Fueron a darles la bienvenida las mujeres vestidas de blanco, y los hombres disparando al aire sus fusiles.

¡Que se ha quitado la barba! exclamó la madre. ¿Quién te lo ha dicho? Juan, el guardabosque del Duque, que ha visto al Rey. ¡Ah, ! El Rey, señor mío, está de cacería en una posesión que tiene el Duque, ahí en el bosque; de Zenda irá a Estrelsau para la coronación el miércoles por la mañana.

La Semana Santa llegó. Los días se redoraban en la primera sonrisa del año, y los árboles reventaban sus yemas, sus yemas rubias y vellosas como los pequeñuelos de las aves. La ciudad, invadida por las gentes de los contornos, resonaba como una colmena. La mañana del miércoles Ramiro vio cruzar la plazuela, sobre hermoso rocín, a su antiguo rival Gonzalo de San Vicente.

Yo llegué como a las diez... y os aseguro que los miércoles de mi tía Valentina no sobresalían por su loca alegría. Hacía veinte minutos que me aburría, cuando vi a Rogerio de Puymartin que se esquivaba con mucho disimulo. Lo alcanzo en el vestíbulo y le digo: «Espera, te acompañaré a tu casa. ¡Oh! no voy a casa. ¿Y dónde vas? A un baile. ¿En casa de quién?

Estaba cogido en la estela de seducción, en aquel torbellino de amor que seguía a la artista por todas partes, aprisionando a los hombres, arrojándoles al suelo quebrantados y sin voluntad, como siervos de la belleza. Temprano nos vemos hoy: buenos días, Rafaelito... Madrugo por ver el mercado. De niña era para un acontecimiento la llegada del miércoles. ¡Cuánta gente!

Miércoles y domingos, dormida la siesta, acudían a su palacio los varones más linajudos y doctos de la ciudad. La charla de aquella reunión acabó por convertirse en un verdadero gobierno; los mismos regidores iban a consultar allí sus dictámenes. Era un éxito imprevisto. Sin embargo, el señor de la Hoz estaba muy lejos de haberlo codiciado.

Atormentado del despecho, no se le ocurre más que esto: «Un cochero de abono no saluda de esa manera; el carruaje es suyo. No me cabe duda; está casada. ¡mejorMiércoles.

Huberto aprovechó el momento para acercarse a ella y murmurar: No he podido conversar con usted; ¿cuándo volveré a verla? ¿Puedo venir antes del miércoles próximo? María Teresa lo miraba. ¡Qué elegante era, qué seductor!

Palabra del Dia

rigoleto

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