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Actualizado: 7 de julio de 2025
Entonces los soldados, queriendo hacer por la parte dentro reparos para quitar estos garitones en la artillería, D. Alvaro les decía que los dejasen hacer, que él los quería que se acercasen más, y así no quiso dar orden de otro recaudo ninguno, tanto que los turcos, poco á poco, fueron ganando hasta dentro el foso donde estaba la gruta del agua salada, sobre la cual se hizo grande estrago de una parte y otra, hasta que se perdió del todo, porque de los traveses de los caballeros no podían defender nada el foso y los turcos podían estar seguros en él á su placer; y teniendo este aparejo y buena ocasión, comenzaron á cavar los bastiones á medio día sin estorbo ni embarazo ninguno, si no era algunas veces que arrojándoles fuegos artificiales quemaron muchos dellos y los hicieron apartar.
Muchos de los contrarios les siguieron dando voces y arrojándoles piedras; pero los fugitivos andaban muy ligeros y lograron refugiarse en la calle de la Gorguera, metiéndose en el portal de la casa en que uno de ellos vivía. Cerraron cuidadosamente por dentro.
Entonces, saliendo por fuerza de mi hipnotismo, me entretenía arrojándoles algunos de esos hermosos frutos de oro rojo que pendían al alcance de mi mano. El tambor a quien apuntaba se detenía. Un minuto de vacilación, una mirada en torno para averiguar de dónde vendría la soberbia naranja que rodaba hasta él por la zanja; recogíala después con ligereza y mordía a boca llena, sin mondarla siquiera.
Arremolinábase la gente al verlas pasar, las damas las saludaban con los pañuelos desde los coches, arrojándoles flores muchas de ellas, y una turba de gomosos a caballo trotaban a uno y otro estribo del coche, a guisa de caballerizos. De esta manera triunfal hizo Currita su entrada en la Castellana.
Estaba cogido en la estela de seducción, en aquel torbellino de amor que seguía a la artista por todas partes, aprisionando a los hombres, arrojándoles al suelo quebrantados y sin voluntad, como siervos de la belleza. Temprano nos vemos hoy: buenos días, Rafaelito... Madrugo por ver el mercado. De niña era para mí un acontecimiento la llegada del miércoles. ¡Cuánta gente!
Palabra del Dia
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