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Actualizado: 27 de junio de 2025


Hace usted mal en no tener confianza en . Mire, su padre está tranquilo; se despierta de tiempo en tiempo, me llama, y después vuelve a dormirse, satisfecho de verme trabajar a su lado. ¡Ah, qué bueno es usted de velarlo así! Juan, contemplando siempre a la joven, respondió sonriendo: Entonces ¿usted cree realmente que yo hago algo meritorio?

No hablar del asunto. ¿Preguntan por qué se fué el meritorio? Pues no hay más que hacer un gesto intencionado, fingir una sonrisa despreciativa, discretamente maliciosa, que lo diga todo. ¡Mentira y calumnia! La madre y las hermanas del pobre meritorio trabajaban para vestir al muchacho. ¡Cómo había de ir al establecimiento hecho un pordiosero!

Si, atendida la estrechísima esfera en que se mueve nuestra poesía dramática, fuera en alto grado meritorio infundirle nuevas ideas y proporcionarle nuevos materiales, ¿qué escena, como la española, podrá ofrecerle tan inagotable mina de invenciones y motivos dramáticos?

Cuando llegaron al sitio de la catástrofe, los dos señores, dignísimos representantes de lo más meritorio y venerable que hay en los pueblos modernos, se echaron recíprocamente el uno sobre el otro estas dramáticas exclamaciones: «¡Esto es espantoso! Esto parte el corazón Escuelas, Sr. de Lamagorza. Presidios, Sr. D. Jacinto. Yo digo que jardines Froebel.

A juicio de esta gente, el encargarse don Tadeo de la educación y porvenir de Tirso fue un acto meritorio: pensaron que pagaba su deuda de gratitud del mejor modo que jamás lo hiciera nadie y, sobre todo, aquello de arrancar un hijo a las garras de un padre progresistón y acaso hereje, les pareció cosa admirable.

Pero, ¿cómo se le ha ocurrido... eso? ¿Dónde ha visto ella eso?... Por lo pronto, lo ha visto en Zaragoza y en otros pueblos de los muchos que ha recorrido.... Y aunque no lo hubiera visto, siempre sería meritorio exponerse a los sarcasmos de los impíos, y a las burlas disimuladas de los fariseos y de las fariseas... que fue justamente lo que hizo el Señor por nosotros pecadores.

Pero al cabo llega un día en que la víctima ya no quiere trabajar de balde, se aburre de hacer méritos, y tímida y temerosa solicita respetuosamente que le señalen sueldo, sueldo, aunque sea corto. Entonces, ¿saben ustedes lo que sucede? Ya caerá en la red otro meritorio, otro infeliz, otra victima.... El pobre mancebo que sirvió fielmente dos a tres años se va a la calle.

En el colegio, el brutal despertar del «Nuevo» caído del nido familiar, en el cuartel la primera llamada del «quinto» arrancado a su aldea, la primera clase de la pasanta en su pupitre, el primer día de la criada en su fogón, del aprendiz en su taller, del dependiente en su tienda, del meritorio en su oficina, ¡qué calvario!

La voluntad va derecha a la beatitud, donde sólo puede aquietarse, como la piedra, desprendida de lo alto de la torre, cae sin detenerse hasta dar en el suelo; como la bala, disparada por certero tirador, vuela a clavarse en el blanco. Lo importante, lo libre, lo meritorio está en poner bien la mira, en buscar el supremo bien donde en realidad reside.

Yo voy á contar con ingenuidad el suceso, sin quitar ni añadir nada: esfuerzo que de parte de un historiador es sobremanera meritorio. Experiencias y raciocinios de ámbos caminantes.

Palabra del Dia

vorsado

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