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Actualizado: 25 de junio de 2025


Gurdilo estaba ya en el salón de sesiones, y no admitía visitas que le distrajesen cuando preparaba mentalmente sus terribles discursos. El catedrático subió á una de las tribunas destinadas al público, viendo abajo, entre las matronas que formaban el Senado, al temible Gurdilo, hacia el que convergían todas las miradas.

Entónces todo el mundo arremetia con franqueza, y en breve desaparecia el monumento de pan. Cada cual saboreaba con deleite su licor fermentado; las señoritas y matronas candorosamente, y los hombres acompañando cada libacion con una aspiracion del cigarro ó la pipa y una bocanada de humo espeso y desagradable, tal como lo produce el detestable tabaco que se cultiva en Alemania.

Las mujeres que estaban de pie cerca de la puerta de la cárcel en aquella hermosa mañana de verano, mostraban rollizas y sonrosadas mejillas, cuerpos robustos y bien desarrollados con anchas espaldas; mientras que el lenguaje que empleaban las matronas tenía una rotundidad y desenfado que en nuestros tiempos nos llenaría de sorpresa, tanto por el vigor de las expresiones cuanto por el volumen de la voz.

La marquesa y la generala parecen tratarla como algo sin importancia; estas matronas se atribuyen todo el éxito de la empresa. A ellas irán a parar los honores y las cruces. ¿Qué le parece...? Me es muy difícil contestarle... SITA. ¿Por qué...? LA ENFERMERA. Porque conozco a la condesa de los Charmes, que es mi amiga íntima.

Las matronas le encontraban muy distinguido. «Se ve que es persona bienCamareros y tripulantes hacían una relación exagerada de su riqueza y sus estudios. Algunas jóvenes que navegaban hacia Europa con la imaginación en pleno hervidero novelesco, se contraían decepcionadas al saber que el héroe era casado y tenía un hijo.

Esto era mentira; las señoritas masculinas sólo deseaban bailar, y en cuanto á las matronas barbudas, odiaban los versos, porque su declamación las obligaba á permanecer silenciosas, estorbando sus comentarios y murmuraciones. Pero como todas pertenecían á familias universitarias dependientes de Momaren, creyeron prudente acoger el embuste de éste con grandes muestras de aprobación.

Los «pingüinos», a su vez, enviaban una diputación de matronas al territorio hostil, y su presencia parecía excitar la laboriosidad de las visitadas, que acometían con nuevos bríos sus labores de gancho y de bordado, siguiendo la conversación sin levantar cabeza del trabajo.

Y señaló disimuladamente el grupo de damas en el cual algunas las más viejas, volvían sus ojos hacia Maltrana, como invitándole a aproximarse. Yo tengo mi público, y como todo hombre notable, tengo también mis enemigos y detractores. No puedo aproximarme a las nobles matronas y cambiar con ellas un saludo, sin que alguna me diga: «Cuéntenos algo.

El Hombre-Montaña levantó una mano y, antes de que los aviadores lograsen enviar de nuevo su lazo metálico, asestó á la máquina una pedrada certera. El ave mecánica se desplomó herida, flotando algunos momentos sobre la copa azul del puerto, mientras las matronas reservistas se salvaban á nado.

Disertaba sabiamente con las matronas, sus compañeras, acerca de la instalación de la despensa, del servicio doméstico que todas consideraban en espantosa decadencia, del precio de la carne. Tan vieja se había hecho en este cuarto de hora, que sorprendía no ver ya alguna hebra de plata entre sus cabellos de oro.

Palabra del Dia

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