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La muchedumbre se estremeció, hizo la señal de la cruz y permaneció muda. La monja, entonces, haciendo signo con la mano a los que la rodeaban, se puso a seguir el rastro de sangre que el gitano había dejado sobre la arena. Todos marchaban en silencio, llenos de horror; llegaron por fin al matorral que ocultaba al gitano.

Acabada la cena, Van-Horn hincó en el suelo algunas estacas y formó un cobertizo de hojas que los librasen de la humedad de la noche, y lo rodeó de los trozos de tronco vacíos de sagú, que sirvieran como de empalizada que los defendiera de las flechas si llegara el caso. Cornelio hizo el primer cuarto de guardia emboscándose en un matorral, y los demás se entregaron al sueño.

Era muy morena, la frente muy huesuda, los párpados salientes, ceja gris espesa, como la gran mata de pelo áspero que ceñía su cabeza; barba redonda y carnosa, nariz de corrección insignificante, boca grande, labios pálidos y gruesos. Era alta, ancha de hombros, y su larga viudez casta parecía haber echado sobre su cuerpo algo como matorral de pureza que le daba cierto aspecto de virgen vetusta.

El pañuelo arrastrado por el movimiento constante del remolino, había ido naturalmente á enredarse en las ramas del fatal matorral, á una corta distancia de la opuesta ribera. Fíe en , señorita exclamó el señor de Bevallan. En diez minutos tendrá usted su pañuelo, ó no seré quién soy.

Quizás tengamos ocasión de conocer esa arma arrojadiza... Pero... ¡Calla!... ¡Esto que es raro! ¿Qué ves? Mira hacia aquel matorral. Ya lo veo. ¿Lo había antes? La verdad, no he puesto la bastante atención para poder asegurar nada; pero, tienes razón, creo que no lo había. Pues yo estoy seguro de que en el lugar que ahora ocupa no había antes absolutamente nada.

Tumbado en un declive, con los brazos cruzados bajo la cabeza, vio de pronto elevarse en el matorral que tenía delante dos cruces de varios brazos, toscas, rudas, como labradas a hachazos. Un hocico negro, barnizado por la humedad, asomó en la espesura; unos ojos lacrimosos y brillantes le contemplaron un momento.

Era un hombre simpático, no muy limpio, de barba inculta, la nariz muy gruesa, personalidad negligente, terminada por arriba en una caballera de matorral, que debía de tener muy poco trato con los peines, y por abajo en anchas y muy usadas pantuflas de pana, que iba arrastrando por los ladrillos de la rebotica y laboratorio.

Aunque ya no se oían los gritos de los arfakis, siguieron corriendo durante una hora, internándose cada vez más en la tenebrosa selva. Detuviéronse a descansar en medio de un matorral de plantas trepadoras. ¿Crees que nos seguirán tus enemigos? preguntó Horn al papú. Están amedrentados por las armas de fuego contestó el interpelado. ¿Y qué has hecho? ¿De dónde vienes? ¿Quién eres?

En algunas puertas había mujeres que sacaban esteras a que se orearan, y sillas y mesas. Por otras salía como una humareda: era el polvo del barrido. Había vecinas que se estaban peinando las trenzas negras y aceitosas, o las guedejas rubias, y tenían todo aquel matorral echado sobre la cara como un velo.

11 Y haré cesar todo su gozo, su fiesta, su nueva luna y su sábado, y todas sus festividades. 12 Y haré talar su vid y su higuera, de la que ha dicho: Mi salario me son, que me han dado mis amantes. Y las reduciré a un matorral, y las comerán las bestias del campo.